India 2013, Capítulo 7: El bizarro ritual de la frontera con Pakistán
Wagah es una
aldea que por azares del destino quedó dividida por la controversial Línea
Radcliffe: la demarcación fronteriza que divide India y Pakistán a partir de la
Partición de la India acordada en la independencia de 1947. Por tanto, cuenta
con una carretera que cruza de un país al otro pues se encuentra entre las
ciudades de Amritsar (India) y Lahore (Pakistán).
La Partición de la India condujo a la creación el 14
de agosto de 1947 y el 15 de agosto de 1947, respectivamente, de dos estados
soberanos, como resultado del otorgamiento de la independencia a India
británica por el Reino Unido: el Dominio de Pakistán (posteriormente República
Islámica de Pakistán); y la Unión de la India (posteriormente República de la
India). La 'partición' se refiere a la división de la provincia de Bengala de
la India británica en la provincia pakistaní de Bengala Oriental
(posteriormente Pakistán Oriental, hoy Bangladés) y la provincia india de Bengala
occidental, como también la partición en forma similar de la región de Punjab
de la India británica en la provincia de Punjab de Pakistán Occidental y la
provincia (estado) india de Punab, además de la división del Ejército Indio
Británico, el Indian Civil Service y otros servicios administrativos, los
ferrocarriles, el tesoro central y otros bienes. La creación de dos países de
autogobierno legal entró en vigor al filo de la medianoche el 15 de agosto de
1947. Las ceremonias para la transferencia del poder se llevaron a cabo un día
antes en Karachi, para permitir al último Virrey británico, Louis Mountbatten,
asistir tanto a la ceremonia en Karachi como a la de Nueva Delhi. Pakistán
celebra el Día de la Independencia el 14 de agosto, mientras que la India lo
celebra el 15 de agosto.La pequeña aldea de Wagah es particularmente conocida por la ceremonia de cambio de guardia de la única frontera comercial razonablemente amistosa entre los dos países, misma que se lleva a cabo diariamente a las 17:00 horas.
Dejamos el auto en un estacionamiento para después caminar un buen trecho entre vendedores de banderas indias. Por supuesto no pude resistir la tentación de adquirir una aunque fuera de plástico ni de acceder a que un chiquillo de ojos hermosos y sonrisa ganadora pintara los colores de la bandera en mi brazo. Después de todo, “donde quiera que fueres, haz lo que vieres”.
El guía nos explicó que no nos podía acompañar al
lugar de la ceremonia pero que nos vería al regreso. Nos mandó a la fila de los
extranjeros y siguiendo a la gente nos sentamos lo más arriba posible en unas
gradas de concreto. A la derecha de la sección reservada para extranjeros,
empezaba la de los locales, misma que estaba llena a tope.
En tanto comenzaba la ceremonia como tal, pusieron
música india, que era coreada por el público. Frente a las gradas se podían apreciar
los soldados indios con sus extraños uniformes caqui con crestas rojas.En la parte superior de las gradas, se apreciaba una fotografía de Mahatma Gandhi. Había una larga fila de chicas indias formadas esperando ser portadoras de la bandera india, misma que se encargaban de llevar corriendo algo parecido a una vuelta olímpica hasta la reja que divide a los dos países donde estaban ubicadas las dos banderas. Rara vez he observado tan de cerca la expresión de orgullo nacional.
Mucha gente ondeaba banderas de India y se divertía “echando porras” Indostán (País de los Indios), siguiendo a alguien que los dirigía en hindi a través de los altavoces. Mientras todo eso sucedía, un buen número de jovencitas bailaban a ritmo de la música popular, contagiando a todo el mundo con su energía. La única pieza que pudimos reconocer y medio corear fue la canción Jai ho de la película “¿Quién quiere ser millonario? o Slumdog Millionaire.
Al otro lado de la reja, sucedía algo similar aunque con bastante menos gente y, por tanto, menos volumen. Los soldados pakistaníes tenían un uniforme bastante similar al de los indios, pero en gris y negro.
Al fin, todos fuimos llamados al orden para iniciar
la ceremonia real, que comenzó con soldados de ambos lados desfilando con un paso
furioso, primero uno que pareciera tratar de impresionar o asustar a los del
otro bando; después de varias acciones similares sumando participantes de cada
regimiento, al fin llega el momento de abrir la reja de hierro y bajar ambas
banderas en un movimiento perfectamente coordinado por un soldado de infantería
(Jawan) de cada país. Esto se ve coronado por un hermoso atardecer durante el
cual las banderas son dobladas y retiradas después de un brusco apretón de
manos de los jawans que precede al cierre de la reja.
No sé ustedes pero, la verdad es que yo nunca había
visto un cambio de guardia así.Estaba acostumbrada a los serios y marciales rituales militares y lo que vimos realmente fue sorprendente. La ceremonia ha sido descrita como “una cuidadosamente coreografiada muestra de desprecio”. Yo añadiría “bizarra” a esos adjetivos.
Próximo capítulo: Frente al Taj Mahal
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