martes, septiembre 16, 2014

Tú no eres héroe hasta que hayas subido a la gran muralla china. ~Mao Zedong


China 2012, Capítulo 10: Caminar la Gran Muralla

Llegó el día en que visitaríamos uno de los sitios más emblemáticos no solo de China sino del mundo: la Gran Muralla. Con mucho ánimo, después de tomar el desayuno, armadas con zapatos cómodos y bien arropadas pues Oscar nos comentó que el viento sería bastante frío, nos encontramos con él en el Lobby del hotel bastante temprano pues el camino es largo.

Antes de llegar a la Muralla, hicimos una primera parada a unos 50 kilómetros de Pekín para visitar las Tumbas de la Dinastía Ming, construidas entre los años 1409 y 1609 –sí, estos amigos Ming gobernaron China un muy buen rato. En ellas están enterrados trece emperadores, amén de 23 emperatrices, cortesanos y concubinas de la corte, todos en una extensión de 40 kilómetros cuadrados.

Los edificios del conjunto simulan palacios y siguen las reglas del Feng Shui pues en esa época existía la creencia de que una vez muerta, una persona seguía teniendo las mismas necesidades que cuando estaba viva. Por eso, en las tumbas se han encontrado más de 3,000 objetos –algunos de ellos exhibidos en el museo de sitio que también visitamos- incluyendo vestidos de seda y adornos de oro, plata o jade.

A pesar de que cada emperador diseñó a su gusto su propia tumba, todos los mausoleos tienen tres estructuras en común: la primera parte, los edificios destinados a realizar los sacrificios; la segunda, la torre de estelas funerarias; la tercera, el sepulcro subterráneo que quedaba sellado después del funeral. Mientras que la tumba más representativa por la cantidad de objetos encontrados es la del emperador Zhu Yijun, la más grande es la del emperador Yongle y su emperatriz. Un dato curioso es que, a unos 2 kms. están enterradas 16 concubinas que fueron “elegidas” para acompañar al emperador en su último viaje. Me imagino qué pacífico viaje habrá sido…

El acceso al conjunto se hace a través del camino sagrado: un paseo de 6.4 kms con 12 esculturas de mármol representando la guardia de honor del emperador. También existe la avenida de los animales, un paseo flanqueado por estatuas de mármol de animales reales y fantásticos entre los que destaca una tortuga, símbolo de longevidad. La verdad es que los chinos tienen fijación con vivir muchos años…


Una vez listos para emprender el camino, volvimos a abordar el auto y ahora sí nos dirigimos a la sección de la Muralla conocida como el Paso Juyong. La Gran Muralla, con sus 6,300 kilómetros de longitud, ha atravesado 2,500 años de la historia para convertirse  en el símbolo de China… no en vano aparece en la visa del país.

La Gran Muralla  es un magnífico proyecto de fortificación militar que es considerado un milagro de la arquitectura antigua y, por ello, una de las Siete Maravillas. Es parte integral de una fortificación militar consistente en puertas, torres vigía, torreones para señales de fuego, etc. Durante su construcción, que llevó unos 2,000 años, todas las dinastías siguieron la regla de "construir los fuertes para que sean peligrosos y difíciles según el terreno". Los pasos fueron construidos entre gargantas y riscos, o en los recodos de los ríos, o en los fuertes de mayor tránsito. Se construyó con ladrillos de 10 metros de alto y 5 metros de ancho; tiene torres vigía –tanto sólidas como huecas- cada 30 o 100 metros a lo largo de la Muralla.

En las torres sólidas solo se puede disparar desde lo alto; en las torres los soldados podían permanecer en los entrepisos y disparar desde arriba. Las torres vigía también incluyen dormitorios, bodegas y zanjas para el paso de los soldados. En las murallas de las altas montañas se construían fortines en forma de chimenea. En caso de guerra, el humo de su fuego daba la señal de alarma, que se extendía rápidamente desde el frente de batalla por todo el ejército. Los soldados corrían por las zanjas en lo alto de la muralla, que permiten el paso de diez personas, y disparaban desde las ventanas almenadas. En los lugares de tránsito lento a lo largo de la muralla, hay entradas que eran vigiladas con mayor número de tropa.

Hay varias secciones de la Muralla que están abiertas al público. Como les decía, la que visitamos nosotros fue el de Paso Juyong: un lugar muy importante desde el punto de vista estratégico puesto que conecta el interior y la zona cercana a la frontera norte de China. Ahí, la altura promedio de la muralla es de 8.5 metros, el espesor es de 6.5 metros y el ancho arriba es de 5.7 metros. Está rodeado de árboles y flores exuberantes, resultando en un paisaje que realmente quita el aliento.

Caminar (o en este caso, casi trepar) por la Muralla fue todo un logro pues el terreno es empinado y los escalones, desiguales. Llegamos a la primera torre casi con la lengua de fuera. Ahí encontramos una escalera de bajada que nos llevó –lo han adivinado- al calor de una pequeña tienda de souvenirs. Claro, ¡ahí sí se vale que todo diga “Made in China”!

Después de descansar un poco, tomamos el camino de regreso (Oscar nos había dejado subir solas… no lo culpo, lo mismo hago yo cuando los extranjeros quieren subir la Pirámide del Sol en Teotihuacan). Recorrimos una de las torres huecas, sacamos un montón de fotos de la experiencia y bajamos a encontrarnos con los artesanos al pie de la Muralla donde, por supuesto, adquirí un souvenir de bambú donde grabaron mi nombre y la fecha en que estuve este inolvidable lugar.

Encontrar a Oscar para volver estuvo complicado entre tanta gente pero al final lo descubrimos y nos pudimos refugiar del frío nuevamente en el coche para volver a Pekín.


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El cielo nunca da lugar a la tierra, por lo que la tierra debe dar lugar al cielo. ~Proverbio taoista


China 2012, Capítulo 9: El Templo del Cielo


Al salir de la Ciudad Prohibida, Oscar se ganó un lugar célebre en nuestra vida al pronunciar la siguiente letanía enumerando los peligros que nos asechaban en esta poblada y desordenada ciudad cada vez que nos preparábamos a cruzar la calle: “Cuidado: Autobús, moto, bicicleta, ¡chino!” A la fecha, la repito en mi mente, sólo cambiando el gentilicio y aumentando obstáculos según corresponda. Desde entonces, adoptamos la costumbre de sólo cruzar al lado de un chino, procurando que él estuviera del lado del tráfico para que fuera nuestro escudo (lo sé, no suena muy amable pero les aseguro que lo hacíamos en defensa propia).

Después de comer, Oscar nos llevó en el auto a través de varios atajos para poder llegar a nuestra siguiente escala: El Templo del Cielo, al sur de Pekín. Este conjunto de edificios construido en 1420 es el mayor templo de su clase en toda China. Fue utilizado por los emperadores de la familia Ming y los de la Qing para orar por las cosechas en primavera y dar las gracias al cielo por los frutos obtenidos en el otoño.

Como siempre, las edificaciones están llenas de simbolismos: el gran complejo está rodeado de una muralla interior y otra exterior formadas por una base rectangular que significa la tierra y rematadas con formas redondeadas para simbolizar el cielo. Las murallas dividen el recinto en dos zonas: la interior y la exterior.

El terreno es enorme. En la parte exterior se extiende un gran parque entre cuyos árboles endémicos se pueden encontrar algunos troncos milenarios. La gente se reúne a hacer tai chi, tomar té, comprar juguetes (yo estuve a punto de comprar un dragón tejido muy simpático), contarse el último chisme, tocar música utilizando instrumentos antiguos y disfrutar de juegos de mesa al aire libre. Presenciamos una especie de ritual que por su precisión me recordó aquella tira de Mafalda donde expresaba que si los chinos se ponían de acuerdo y un día saltaban todos al mismo tiempo, eran capaces de mover el axis de la tierra…

Recorrimos la zona interior del conjunto para ver el templo circular llamado Qi nian dian, el edificio más conocido de todo el conjunto, y uno de los más representativos de la ciudad de Pekín. Se trata de un edificio circular, de un diámetro de 30 metros y una altura de 38 metros. Cada tramo de las escaleras que conducen a lo alto del altar está formado por 9 peldaños ya que los chinos consideran el número 9 como el número de la buena suerte. Está construido sobre tres terrazas circulares de mármol blanco. El edificio se sostiene sobre 28 pilares de madera y muros de ladrillo. No hay ninguna viga. Subimos la gran escalera para visitar el interior en el que nos encontramos con un salón de triple tejado construido con tejas de color azul y rematado por una bola dorada en su cúpula. La acústica especial del lugar permite que, si alguien habla desde el centro del altar, el sonido aumente y se escuche desde todos los ángulos.

El otro edificio que me llamó la atención fue el de la Bóveda Imperial del Cielo pues ahí es donde los emperadores rendían homenaje a sus antepasados. Curiosamente, la Bóveda está rodeada por el muro del eco: una singular construcción redonda de unos 60 metros de diámetro. Probamos con éxito la teoría de que uno puede colocarse en cualquier punto del muro y su voz oírse claramente en el punto opuesto ya que el sonido se transmite recorriendo la pared… ¡impresionante!

Antes de dejar el templo vimos La Piedra Central del Cielo: un punto que simboliza el noveno cielo para los chinos. Mucha gente se estaba sacando fotos así que Oscar nos animó a verlos de cerca y estuvimos un rato observándolos hasta que llegó la hora de marcharse.

Saliendo del conjunto nos encontramos con un junípero de más de 500 años, protagonista de una leyenda que, según Oscar, dice que está poseído por nueve dragones cuyas garras se pueden palpar aun hoy en su deformado tronco.

Al ir al exterior para encontrarnos con el chofer que nos llevaría de vuelta al hotel, nos encontramos con varios chinos que estaban escribiendo mensajes en caligrafía china en el pavimento utilizando grandes pinceles y agua. Aquí les dejo el video.

La verdad es que, no siendo fanática del estilo chino, tengo que reconocer que este templo es realmente hermoso y disfruté contemplándolo… ¡a lo mejor es cierto que es celestial!

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lunes, septiembre 15, 2014

El poder es el mayor enemigo de su dueño. ~Proverbio chino


China 2012, Capítulo 8: Plaza de Tian'anmen y la Ciudad Prohibida


Después de desayunar y prepararnos con zapatos cómodos para una larga jornada, nos encontramos con Oscar en el Lobby del hotel, abordamos el auto y nos dirigimos a la famosa Plaza de Tian'anmen, centro de Pekín y de la vida política de China.


En el camino hicimos una graciosa parada en una farmacia para conseguirle medicina a mi hermana a quien le aquejaba una terrible tos desde México y que a pesar de la dosis de caballo que le habían recetado una semana antes en chilangolandia, aún no se curaba. Oscar hizo su mejor esfuerzo como intérprete entre ella y la dependienta hasta que ésta le vendió unas pastillas y un jarabe que, según ella sabía tan mal que se iba a curar rápido sólo para poder dejárselo de tomar.

Para ponerles en contexto les cuento que la plaza de Tian'anmen o plaza de la Puerta de la Paz Celestial fue construida como parte del plan urbanístico de la capital de China, con la creación de la República Popular de China en 1949, convirtiéndose en símbolo de la nueva China. La idea fue crear una gran explanada para los actos masivos de adhesión política, muy al estilo de la Plaza Roja de Moscú.

Cabe mencionar que fuera de China la plaza es tristemente más conocida por ser el centro de las protestas de un movimiento pro democracia que finalizó el 4 de junio de 1989 con la declaración de la ley marcial en Pekín por parte del gobierno y la muerte de al menos cientos de manifestantes. ¿Quién no recuerda la foto ganadora del World Press Photo de 1989, en la cual se muestra a un joven opositor enfrentando a una columna de tanques, justamente apodado “el hombre del tanque”?

La plaza, que cubre 440 mil metros cuadrados, está flanqueada por dos importantes edificios de estilo soviético: al oriente el Museo Nacional de Historia y de la Revolución y al occidente el Gran Palacio del Pueblo, sede de la Asamblea Popular Nacional; cerca de allí se encuentra también el Gran Teatro Nacional de China… que fue nuestra primera parada del día.

Después de admirar por fuera el impresionante edificio del Gran Teatro, cruzamos la calle para entrar en la plaza. Lo destacable, amén de su gran tamaño, son los distintos monumentos erigidos; entre ellos, la Torre de Tian'anmen, el Monumento a los Héroes del Pueblo (un obelisco de piedra, de 38 metros de altura y una inscripción realizada por el presidente Mao Zedong en la cual se lee Los héroes del pueblo son inmortales). Por supuesto, no puede faltar el Mausoleo de Mao Zedong donde reposa el cuerpo embalsamado del fundador de la República Popular China. No nos detuvimos a hacer la larga fila para entrar a ver a Mao… pero después de haber visto a Lenin en la Plaza Roja no nos quedaron ganas de repetir la experiencia.

En la última parte de la explanada antes de llegar a las grandes puertas del Palacio Imperial (mejor conocido como la Ciudad Prohibida) nos encontramos con policías de pie en medio de paneles de acrílico anti-balas y unos macetones de tamaño exorbitante llenos de flores. Claro, también vimos la gran fachada tan conocida por la enorme fotografía de Mao Zedong que siempre sale en los noticieros.

Ya a la entrada, pudimos admirar dos parejas de soberbios leones esculpidos y dos pares de estelas de mármol que custodian la Puerta Tian'anmen. Estas piedras de mármol de 10 toneladas cada una están esculpidas con dragones que danzan entre las nubes del espacio y  rematan cada una con un león.

Frente a la puerta de Tian'anmen, siete puentes salvan la corriente del "Río de las Aguas Doradas" nombre dado a los fosos interiores y exteriores de la Ciudad imperial. El puente central llamado Yulu, más ancho que los otros y decorado con dragones tallados en el mármol, era de uso exclusivo del emperador. Sucesivamente a sus lados, los dos puentes Wanggong para servicio de los príncipes. Los dos puentes Pinji para altos funcionarios civiles y militares, y los dos puentes Gongsheng para funcionarios de bajo rango, soldados y sirvientes. Estos seis puentes sólo están decorados con motivos de flores de loto.

Una vez hecha la fila, accedimos a través de un pasaje subterráneo. La Ciudad Prohibida fue el palacio imperial chino desde la dinastía Ming hasta el final de la dinastía Qing; es decir, durante casi 500 años fue el hogar de los emperadores de China y su corte, así como centro ceremonial y político del gobierno chino.

Nomás para que se den una idea, la Ciudad Prohibida es el mayor complejo palacial superviviente del mundo y cubre 72 hectáreas. Tiene forma de rectángulo, con 961 metros de norte a sur y 753 m de este a oeste, y contiene en la actualidad 980 edificios con 9999 estancias. Fue diseñada para ser el centro de la antigua ciudad amurallada de Pekín y se inserta dentro de una zona amurallada mayor llamada la Ciudad Imperial, que a su vez queda dentro de la Ciudad Interior, que linda por el sur con la Ciudad Exterior. Dada su enorme influencia como ejemplo de la arquitectura palacial tradicional de China en el desarrollo cultural y arquitectónico de Asia oriental y otras partes del mundo, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987.

Definitivamente, es apabullante… y no solo por el tamaño, sino por la cantidad de personas que la visitan todos los días. ¡En serio! dimos gracias a Dios por la guía de Oscar quien, en su limitado español combinado con un inglés un poquito más amplio, nos enseñó lo más importante. Eso sí… ahí aprendimos que en china nadie respeta las filas ni el orden de llegada así que tuvimos que emplear el método de acceso “a la mexicana” y conseguir espacio a codazo limpio. Me sorprendió enormemente la actitud de los chinos de la “tercera edad” quienes empujaban aún más que los jóvenes. Abrirse paso fue toda una experiencia, y ciertamente una no muy agradable.

Todo, todo en el interior está cargado de simbolismos y eso es fascinante. Entre los detalles que más llamaron mi atención, a pesar de la engentada que me di, fueron las enormes puertas, el uso del amarillo, el rojo y el azul, las líneas de estatuas de animales sagrados que adornan las cresterías de los tejados, los dragones imperiales y aves fénix (los primeros representan al emperador y las segundas a la emperatriz)  labrados en mármol, y los nombres poéticos de los edificios -i.e. el Palacio de la Longevidad Tranquila, el Salón del Cultivo Mental o el Palacio de la Pureza Celestial.  

Cuando salimos a través de un gran jardín, ¡necesitamos bastante tiempo para nuestra descompresión!


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domingo, septiembre 14, 2014

La política es una guerra sin efusión de sangre; la guerra una política con efusión de sangre. ~Mao Zedong


China 2012, Capítulo 7: ¿Pekín o Beijing?


Al llegar al Aeropuerto Internacional Capital, nos recibió nuestro nuevo guía local: un chico muy sonriente y simpático que se presentó en un muy limitado español como “Oscar.”

Este aeropuerto, fue inaugurado el 21 de marzo de 1958 como el primer aeropuerto de la República Popular China. En ese entonces consistía en un pequeño edificio terminal, que sigue en pie hasta el día de hoy, al parecer para el uso de personalidades y vuelos chárter.

Después de varias modificaciones y para conmemorar el 50º aniversario de la fundación de la República Popular China a finales de 1999, el aeropuerto fue ampliado de nuevo. Su más ambiciosa expansión se inauguró el 29 de febrero de 2008 con motivo de los Juegos Olímpicos. Cabe mencionar que el proyecto estuvo a cargo del arquitecto inglés Norman Foster y su equipo de trabajo… seguro ya saben que este mismo arquitecto es el que diseñó el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.

Gracias a esta ampliación, el Aeropuerto Internacional de Pekín se ha convertido en el mayor aeropuerto del mundo, con casi un millón de metros cuadrados y la posibilidad de tránsito de 76 millones de pasajeros. Su diseño, que mezcla las influencias que está sufriendo China, hace presente lo tradicional con las más modernas tecnologías. Se asemeja a una torre Eiffel tumbada que cuenta con techos transparentes de colores rojo y amarillo (bandera de China). Honestamente, es uno de los aeropuertos más impresionantes que he tenido la fortuna de conocer.

Una vez fuera de la terminal, nos dirigimos al auto en el que el chofer estaba esperando para subir las maletas y tomar camino hacia el hotel Beijing Novotel Peace. Cansadas pero animadas por ver esta gran ciudad, nos encontramos con el recibimiento esperado por parte de una megalópolis: ¡un gran embotellamiento! Estuvimos aproximadamente dos horas atrapados entre autos, autobuses, taxis y demás, debido según Oscar a un accidente en la vía rápida -bueno, evidentemente no tan rápida.

A guisa de introducción les cuento que esta ciudad es reconocida actualmente como el corazón cultural, político y social de China. La pregunta es: ¿lo correcto es llamarla Pekín o Beijing? La respuesta es la siguiente: “Pekín” (que significa “Capital del Norte”) es la adaptación al español de la forma latina oficial antigua “Peking” que, según la RAE, es la forma recomendada de llamar a esta ciudad en español. Esta última forma correspondía al método de transcripción del sistema postal chino y reflejaba la pronunciación arcaica de la sílaba jing. Para ir contra la RAE, resulta que en la actualidad, la República Popular China utiliza exclusivamente la forma “Beijing”, correspondiente al sistema de transcripción oficial hanyu pinyin. Así que, cómo ustedes elijan llamarle recae en si deciden hacerle caso a la RAE o al gobierno de China…

Cuando al fin llegamos al hotel, nos registramos, y después de quedar de acuerdo con Oscar sobre la hora de salida al día siguiente, subimos a la habitación a descansar y refrescarnos un poco. Lo rarísimo fue encontrarnos con máscaras anti-gas en el closet... ¡esa sí fue novedad!


Una vez listas, bajamos al restaurante del hotel a cenar. La sorpresa mayor fue encontrarnos a una chica mexicana estudiante de hotelería que amablemente atendió nuestra mesa. Mi mayor desilusión: su cara cuando le pregunté si podría pedir una limonada… ¡en China no hay limones!  


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domingo, septiembre 07, 2014

Tai chi: vencer el movimiento con la quietud. ~Yi Jing Zhi Dong


China 2012, Capítulo 6: Dim sum, tai chi y actitud zen


Como no teníamos nada más programado en Shanghai, en nuestra última mañana salimos a recorrer los alrededores del hotel. Lo primero que llamó nuestra atención fueron diversos puestos de flores y frutas y, por supuesto, de dim sum -en mi interpretación, la versión oriental del tamal mexicano.
Para definirlo correctamente, “dim sum” es un término cantonés que puede traducirse como "ordenar hasta satisfacer al corazón". Es una comida china liviana que se come como aperitivo en algún momento entre la mañana y las primeras horas de la tarde. Contiene combinaciones de carnes, vegetales, mariscos y frutas y se suele servir en pequeñas canastas. Por supuesto, va a acompañado siempre de té.
Caminando más allá nos encontramos  amén de una panadería francesa (con letreros en chino, claro)… ¡y con un auto que bien podría haber sido de la pantera rosa!
Seguimos un sendero y dimos con un muy lindo parque enclaustrado en el que descubrimos un pequeño bosque de bambú, un lago artificial y diversos matorrales de flores. Por supuesto, adoptamos una actitud zen y disfrutamos de la tranquilidad del espacio por un buen rato.
Lo más interesante fue que, al salir, tuvimos la suerte de ver a un señor de unos 70 años de edad (un cálculo atrevido de mi parte pues los chinos son come-años) practicando tai chi con espada. Me atreví a grabarlo pues sus coordinados y seguros movimientos eran hipnotizadores y elegantes.
Por si no están familiarizados, el tai chi -o tai chi chuan- es un arte marcial desarrollado en el Imperio de China. Originalmente, el tai chi se creó para la lucha cuerpo a cuerpo, ya sea armada o desarmada; en estos tiempos se le considera cada vez más tanto como una práctica físico-espiritual muy provechosa para la salud como una técnica de meditación en movimiento. Hoy en día es una actividad muy popular y en los parques de las ciudades de China se puede observar por las mañanas a miles de personas ejercitando sus movimientos lentos y fluidos.
Al salir del parque nos encontramos con una vitrina donde pegan las páginas importantes de los diarios… digamos que como un corcho de boletines para la comunidad.
Como ya era hora, nos fuimos de regreso al hotel a fin de prepararnos a ir al aeropuerto. Recogimos maletas, hicimos el check out y emprendimos camino con el chofer de la agencia y con Juan. Como llegamos a buen tiempo, nos despedimos del guía, pasamos seguridad y recorrimos las tiendas del aeropuerto. Nos encontramos con gran cantidad de productos típicos chinos empaquetados para viajar siendo los más populares de la temporada los cangrejos de río como los que vimos en Zhujiajiao.
Al final, ya cansadas de dar vueltas, nos fuimos a leer un rato a la sala de espera y nos dispusimos a abordar el avión hacia nuestro siguiente destino: Beijing.


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