domingo, febrero 16, 2014

No hay mayor placer que el de encontrar un viejo amigo, salvo el de hacer uno nuevo. ~Rudyard Kipling

India 2013, Capítulo 10 De camino al reino de los tigres

 
Después de dejar a nuestro guía local cerca de su casa, recorrimos unos 45 minutos más en auto con nuestro fiel chofer Sono para llegar a la estación de Bharatpur donde tomaríamos el tren Golden Temple Mail con destino a Ranthambore.

Al llegar a la estación nos dijeron que lo más cómodo sería que lleváramos sólo lo necesario para el viaje en tren de cuatro horas y dejáramos que Sono transportara las maletas grandes en el auto hasta Sher Bagh (Jardín del Tigre), el campamento cercano al parque donde nos alojaríamos dos noches. Resulta que nos mandaron en tren no solo para tener la experiencia de viajar en Indian Railways, sino porque el trayecto es mucho más directo y escénico que si fuéramos en el auto pasando por multitud de aldeas. Total, Sono nos alcanzaría en Sher Bagh antes del anochecer así que no tendríamos que preocuparnos por pasarla sin nuestras cosas mucho tiempo.
Y qué bueno que hicimos caso, porque una vez con nuestros backpacks, un representante de Abercrombie and Kent, operadores de nuestro viaje, nos guió boletos en mano hasta el andén pasando por varios puentes peatonales que hubiera sido complicadísimo cruzar con maletas ¡y eso que viajamos ligero!
 
Llegamos al andén y esperamos con el guía una media hora. Cabe mencionar que en la estación había más changos y chipmunks que gente. Así pues, cuando llegó nuestro tren, el guía se subió con nosotros, nos llevó hasta nuestros lugares, habló con el inspector y nos explicó cómo llevar el control de las estaciones que iríamos pasando y la hora estimada de llegada para prevenir que se nos pasara la estación correcta ya que el tren recorre de Amritsar hasta Mumbai -o sea, medio país. En la estación destino nos esperaría otro representante de AK junto con la gente de Sher Bagh quienes nos trasladarían al campamento sanas y salvas.
Aquí les comparto unas imágenes de la estación y del tren. El recorrido fue muy tranquilo y bastante colorido. Desde la ventanilla pudimos disfrutar del agradable paisaje con vistazos de gente y animales. Dentro del tren, que no iba muy lleno por lo menos en nuestro vagón, pasaron varios vendedores de comida que no nos atrevimos a comprar pero no se veía mal… sopas, guisados, chai,  lassi (bebida india de yogur), entre otros. 






Nos bajamos en la estación de Sawai Madhopur donde nos encontramos con el guía local, un simpático chico que nos condujo hasta el jeep donde la gente de Sher Bagh nos esperaba ya con toallas húmedas para limpiarnos manos y cara y lo mejor ¡una deliciosa limonada! Los tres nos subimos al vehículo y emprendimos camino hasta el campamento. Durante el camino, el guía de AK nos explicó que llegaríamos justo a la hora de la comida (en Sher Bagh tuvimos pensión completa) y no teníamos programada ninguna actividad en la tarde así que, si nos apetecía, él podría llevarnos a recorrer la aldea de Ranthambore incluyendo un lugar patrocinado por el gobierno donde familias del lugar fabrican artesanías locales y un mercado. Nos pareció una idea excelente así que quedamos con él en la hora en que nos pasaría a recoger al campamento.
Al llegar a Sher Bagh quedamos encantadas con el recibimiento y las instalaciones que incluyen 12 tiendas, un comedor con su respectiva cocina, una gran estancia común para lectura, el té de la tarde y venta de artesanías locales y libros, un espacio para hacer fogatas, una piscina al aire libre y las oficinas del staff. Comimos muy rico en el comedor del lugar y luego, en la tarde, nuestro joven guía y un chofer nuevo pasaron por nosotros para el tour pactado.

El tour estuvo genial. Fuimos primero a recorrer la aldea cercana. Nos comentaron que casi nadie aceptaba hacer la visita así que estaban muy felices de llevarnos. La aldea es muy chica y la mayoría de las familias no tienen muchos recursos, pero lo que nos encandiló fue la sonrisa de los niños que perseguían el jeep queriendo saludar. En esa visita aprendimos dos vocablos geniales del hindi: “chaló” cuya traducción al español sería algo así como “vamos, anda” y “pichale” que significa “atrás”. Eso porque nuestro guía las usaba con entusiasmo cada vez que queríamos sacar fotos y el chofer debía mover el jeep hacia adelante o hacía atrás para ponernos en el lugar correcto. Desde entonces, me da por vocalizar “chaló” cada vez que quiero arrear a alguien… ¡es de lo más útil!
 
Nos platicaron que la gente estaba preparándose para uno de los festivales más importantes de India: el Diwali o festival de las luces y los fuegos artificiales (por cierto que usan mucho luces de Bengala, originarias por supuesto de esa región) que podríamos comparar con Navidad por el tema de la alegría, los regalos, las reuniones familiares y de amigos. En su caso, también es ocasión para hacer limpieza, pintar la casa, deshacerse de lo que ya no te sirve y comprar cosas nuevas… digamos un tipo “fuego nuevo”. De verdad me asombró lo cercanos que son India y México en usos y costumbres. Como un gran recuerdo, mi hermana sacó una de las mejores fotos del viaje, que creo que retrata la India de hermosas miradas y sonrisas misteriosas que conocimos ese día. 
 
Enseguida, fuimos al centro de artesanía que nos sorprendió enormemente con sus maravillosas colchas de multitud de telas y colores, sus alfombras tejidas de casimir, camello, seda o algodón, sus pashminas y mascadas de distintos materiales. Pensando que qué mejor que comprarles a ellos beneficiando a la aldea que visitamos, sacamos la cartera para comprar algunas cosas –entre otras una linda alfombrita de pelo de camello que cargué todo el viaje en mi backpack y que ahora disfruto todos los días al bajar de la cama. Luego de despedirnos de los artesanos cuyo líder era un señor con un inglés británico increíble, montamos nuevamente en el jeep.

Para entonces ya había oscurecido así que nos dirigimos al mercado local. La verdad es que era lo que nosotros llamamos “mercado sobre ruedas” donde se venden desde viandas hasta artesanías y artículos diversos para el hogar. El guía se mostró muy asombrado cuando no vio ninguna cara de sorpresa de nuestra parte… él creía que este tipo de mercados se realizan sólo en la India así que lo sacamos de su error. Se quedó un poco preocupado pues pensó que nos enojaríamos porque nos había hecho perder el tiempo pero lo dejamos más que tranquilo cuando le dijimos que era maravilloso poder visitar el mercado y ver a la gente y los productos. El concepto podrá ser internacional, pero la experiencia local siempre deja algún aprendizaje. Una vez que recorrimos algunos puestos, llegó la hora de volver a Sher Bagh para verificar que Sono hubiera ya llegado con nuestro equipaje y, por supuesto, para no perdernos la cena.
Llegando de regreso al campamento, nos encontramos con el encargado del lugar quien amablemente nos invitó a reunirnos con el resto de los huéspedes a tomar una copa en el sitio de la fogata. Fuimos rápidamente a nuestra tienda para comprobar con alivio que Sono ya había dejado nuestro equipaje ahí y que el staff del hotel ya había acomodado los mosquiteros para la noche.
 
La reunión de bienvenida resultó en una agradable charla y una introducción acompañada por una proyección de fotografías por parte del encargado sobre el Parque Nacional Ranthambore, llamado así por el fuerte ahí construido que los tigres han reclamado como suyo. La cena nuevamente estuvo espectacular y probamos algunos nuevos platillos de la gastronomía india. 
 
Nos dieron las instrucciones para el día siguiente en las que el staff del hotel nos despertaría a las 5:30 am dejando té o café y galletas (al gusto del consumidor). Debíamos vestirnos y acudir a eso de las 6:00 am a la entrada del campamento donde un guía y un chofer del parque nos recogerían para llevarnos a realizar un safari fotográfico por el sector asignado para nosotros ese día (son 9 sectores). Hizo mucho hincapié en que divisar a un tigre en uno de estos recorridos era cuestión de mucha suerte, así que lo mejor era centrarnos en disfrutar lo increíble de los paisajes y la variedad de flora y fauna. Por supuesto, lo que logró es que nos fuéramos a dormir con una sola petición al universo: ¡queremos ver a un tigre!

Próximo capítulo: Encuentro con un verdadero Sultán

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