India 2013, Capítulo 10 De camino al reino de los tigres
Después de dejar a nuestro guía local cerca de su
casa, recorrimos unos 45 minutos más en auto con nuestro fiel chofer Sono para
llegar a la estación de Bharatpur donde tomaríamos el tren Golden Temple Mail
con destino a Ranthambore.


Al llegar a la estación nos dijeron que lo más
cómodo sería que lleváramos sólo lo necesario para el viaje en tren de cuatro
horas y dejáramos que Sono transportara las maletas grandes en el auto hasta Sher Bagh (Jardín del Tigre), el campamento cercano al parque donde nos alojaríamos dos noches. Resulta
que nos mandaron en tren no solo para tener la experiencia de viajar en Indian
Railways, sino porque el trayecto es mucho más directo y escénico que si
fuéramos en el auto pasando por multitud de aldeas. Total, Sono nos alcanzaría
en Sher Bagh antes del anochecer así que no tendríamos que preocuparnos por
pasarla sin nuestras cosas mucho tiempo.
Y qué bueno que hicimos caso, porque una vez con
nuestros backpacks, un representante de Abercrombie and Kent, operadores de nuestro
viaje, nos guió boletos en mano hasta el andén pasando por varios puentes
peatonales que hubiera sido complicadísimo cruzar con maletas ¡y eso que viajamos
ligero!
Llegamos al andén y esperamos con el guía una media
hora. Cabe mencionar que en la estación había más changos y chipmunks que gente.
Así pues, cuando llegó nuestro tren, el guía se subió con nosotros, nos llevó
hasta nuestros lugares, habló con el inspector y nos explicó cómo llevar el
control de las estaciones que iríamos pasando y la hora estimada de llegada
para prevenir que se nos pasara la estación correcta ya que el tren recorre de
Amritsar hasta Mumbai -o sea, medio país. En la estación destino nos esperaría
otro representante de AK junto con la gente de Sher Bagh quienes nos trasladarían
al campamento sanas y salvas.



El tour estuvo genial. Fuimos primero a recorrer la aldea cercana. Nos comentaron que casi nadie aceptaba hacer la visita así que estaban muy felices de llevarnos. La aldea es muy chica y la mayoría de las familias no tienen muchos recursos, pero lo que nos encandiló fue la sonrisa de los niños que perseguían el jeep queriendo saludar. En esa visita aprendimos dos vocablos geniales del hindi: “chaló” cuya traducción al español sería algo así como “vamos, anda” y “pichale” que significa “atrás”. Eso porque nuestro guía las usaba con entusiasmo cada vez que queríamos sacar fotos y el chofer debía mover el jeep hacia adelante o hacía atrás para ponernos en el lugar correcto. Desde entonces, me da por vocalizar “chaló” cada vez que quiero arrear a alguien… ¡es de lo más útil!
Nos platicaron que la gente estaba preparándose para uno de los festivales más importantes de India: el Diwali o festival de las luces y los fuegos artificiales (por cierto que usan mucho luces de Bengala, originarias por supuesto de esa región) que podríamos comparar con Navidad por el tema de la alegría, los regalos, las reuniones familiares y de amigos. En su caso, también es ocasión para hacer limpieza, pintar la casa, deshacerse de lo que ya no te sirve y comprar cosas nuevas… digamos un tipo “fuego nuevo”. De verdad me asombró lo cercanos que son India y México en usos y costumbres. Como un gran recuerdo, mi hermana sacó una de las mejores fotos del viaje, que creo que retrata la India de hermosas miradas y sonrisas misteriosas que conocimos ese día.
Enseguida, fuimos al centro de artesanía que nos sorprendió enormemente con sus maravillosas colchas de multitud de telas y colores, sus alfombras tejidas de casimir, camello, seda o algodón, sus pashminas y mascadas de distintos materiales. Pensando que qué mejor que comprarles a ellos beneficiando a la aldea que visitamos, sacamos la cartera para comprar algunas cosas –entre otras una linda alfombrita de pelo de camello que cargué todo el viaje en mi backpack y que ahora disfruto todos los días al bajar de la cama. Luego de despedirnos de los artesanos cuyo líder era un señor con un inglés británico increíble, montamos nuevamente en el jeep.


La reunión de bienvenida resultó en una agradable charla y una introducción acompañada por una proyección de fotografías por parte del encargado sobre el Parque Nacional Ranthambore, llamado así por el fuerte ahí construido que los tigres han reclamado como suyo. La cena nuevamente estuvo espectacular y probamos algunos nuevos platillos de la gastronomía india.

Próximo capítulo: Encuentro con un verdadero Sultán
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