sábado, septiembre 26, 2015

Nadie se baña dos veces en el mismo río, pues siempre es otro río yotra persona. ~Proverbio chino


China 2012, Capítulo 17: "Sí, ajá…" desde Guilin


Al llegar a Guilin nos recibió una chica muy atenta que se presentó como nuestra guía local. Manejaba el español mejor que el resto de los guías. Verdad es que hablar chino, inglés y también español es admirable; sin embargo, tenía una muletilla: decía “sí, ajá” cada dos palabras… tan frecuente era que, después de dos días que pasamos con ella, juré que la frase sería parte de mi propio vocabulario de ahí en adelante.

Nos llevó al hotel, que resultó ser local y bastante singular en su decoración. Fue educativo comprobar que no sólo no entendemos el chino hablado sino que tampoco comprendemos el lenguaje corporal de los habitantes de este país. Al llegar al hotel, la guía tuvo una acalorada discusión con la persona de la recepción del mismo. Como nos había indicado que no necesitaríamos proveerle de nuestra tarjeta de crédito para registrarnos ya que su agencia era muy importante en la ciudad, asumimos que sí se la habían solicitado y por eso el intercambio no era amable. Resultó que no: había sido una afectuosa conversación sobre si habían podido llevar un poco de pastel a nuestra habitación para celebrar el cumpleaños de mi hermana! ¿Cómo pudimos interpretar la situación tan poco atinadamente? ¡Fuif! 

Al atardecer nos dirigimos en una oscuridad medio iluminada por luces de colores hacia el embarcadero a tomar un breve circuito denominado “Crucero de Dos Ríos y Cuatro Lagos” que resultó altamente entretenido. Mientras un músico tocaba un instrumento antiguo, pudimos cómodamente observar la naturaleza mezclada con construcciones de fabricación humana como puentes y pagodas, todo en un espectáculo de luz y sonido.

Casi a punto de dar la vuelta, pudimos observar la antiquísima actividad de la pesca con cormoranes. Igual que lo han hecho los últimos 1,300 años, los pescadores acuden vestidos con traje tradicional remando balsas de bambú iluminadas por lámparas sencillas. En las balsas llevan varios pájaros cormoranes a los que animan con un palo para que se sumerjan en el agua y atrapen a los peces. Antes los pescadores colocan un cordón alrededor de la garganta de las aves para que no puedan tragar los peces grandes. Una vez que vuelven a la balsa, les sacan la captura. Puede parecer cruel no dejarles alimentarse pero en este trabajo conjunto, se ve que los pájaros están bien cuidados y entrenados; una vez que acumulan peces para sus dueños, se les deja alimentarse a sus anchas.

A la mañana siguiente nos pasaron a buscar temprano para tomar el crucero de cuatro horas por el Río Li hacia Yuansho. Durante el recorrido, que incluyó almuerzo, pudimos disfrutar de paisajes hermosos con sus peñascos rocosos llenos de vegetación, dignos de ser retratados en el billete de 20 yuanes. Tuvimos un encuentro fortuito con dos profesores mexicanos de la Universidad de Puebla que estaban de paseo de fin de semana aprovechando su estancia de un año gracias a un intercambio con la Universidad de Cantón. Fue realmente interesante que nos compartieran sus historias de supervivencia en este país, tan culturalmente distinto del nuestro.

Al final del crucero llegamos a Yuansho: un poblado turístico que nos ofreció un mercado local con venta de comestibles en el que pude constatar que mi mamá tenía razón de llamar a una fruta frecuentemente consumida en casa “granada china” y de artesanías… inclusive tuve a una china persiguiéndome por una distancia de varias cuadras para convencerme de que le comprara una pequeña bolsita. ¡Cabe mencionar que lo logró! Otro descubrimiento relevante fue una tienda de remedios autóctonos donde pudimos fotografíar un elíxir de serpiente, con la susodicha víbora incluida. Hubiera comprado un frasco de no ser porque no había uno suficientemente pequeño para llevar...

Concluida la visita a Yuansho nos dirigimos en auto a un parque denominado Shangri-lá. En realidad creo que localmente tiene otro nombre pero así es como lo mercadean entre los turistas aprovechando, supongo, la creencia de que todos buscamos nuestro lugar ideal. Este sitio es toda una experiencia pues ofrece, entre paisajes mágicos, la posibilidad de conocer un poquito de las minorías chinas Miao, Yao, Dong, y Zhuang que habitan en China. También están una serie de talleres artesanales con artículos que no había visto en otros lugares del país y, por último, un gran almacén de dulces y especialidades locales. La visita bien valió la pena por los mágicos paisajes.

Para rematar la visita a Guilin, nos llevaron a su famosa Cueva de la Flauta de Junco –una especie de Gruta de Cacahuamilpa- y a una fábrica de joyería hecha con perlas locales a la que la verdad no se me antojaba ir pero tuve que acceder… fue la primera vez que me tocó ver una pasarela con modelos mostrando joyas.

Así fue nuestro paso por Guilin: uno de los lugares más visitados de China después del famoso triángulo de oro formado por Shanghai-Beijing-Xian.

Acá les comparto las galerías de cada lugar visitado:






Siguiente capítulo: De China continental a Hong Kong

domingo, septiembre 20, 2015

Cuando comas el arroz, bendice a quien se agachó a recogerlo. ~Proverbio chino


China 2012, Capítulo 16: Comer estuvo en chino


Por la tarde, hicimos plan con Jane para hacer un tour extra por la ciudad antes de ir al aeropuerto por la tarde para dirigirnos a nuestro siguiente destino. A instancia de Jane, tomamos un taxi desde el hotel para visitar el Parque del Pueblo en el mero centro Chengdu: una experiencia verdaderamente china. El parque fue inaugurado en 1911; desde entonces ha sido testigo de movimientos y guerras, convirtiéndose en un sitio histórico y sufriendo diversas ampliaciones, renovaciones. Hoy en día contiene un lago artificial, varios jardines, el Monumento al Movimiento Proteccionista de las Vías Ferroviarias y la casa de té Heming.

Los habitantes de Chengdu son bastante relajados. Acuden al parque a realizar muy diversas actividades: practican el tai chi, toman litros y litros de té, tocan instrumentos locales, cantan karaoke, bailan solos o en conjunto, pintan, esculpen y participan en largas partidas de cartas o de mahjong: un juego de mesa que dicen inventó el mismísimo Confucio. Digamos que es un parque por demás verátil y donde la diversidad se puede palpar en el aire.

Como para estos chinos una “casa de té” puede referirse a una tradicional en un lugar cerrado, hasta dos sillas dispares y una mesa plegable en cualquier espacio disponible, nos animamos a vivir la experiencia de tomar té en uno de los corredores del parque. El señor que nos atendió no hablaba ni pizca de inglés así que nos trajo la carta para turistas y después de tratar de explicarnos, simplemente tomó la decisión ejecutiva de traernos lo que le vino en gana. Resultó ser una enorme tetera para cada quien con infusión de jazmín (uno de los tés más tradicionales de china). Lo gracioso fue cuando volvió con una requisición que nunca entendimos hasta que por fin nos dimos cuenta de que quería que le pagáramos pues, imagino, están a las vivas para que la gente no simplemente se levante y los deje con la cuenta. Eso fue un ensayo para lo que nos sucedería el resto del tiempo en la ciudad en el que tratamos de ser auto-suficientes al pedir algo para comer…

Salimos del parque y nos fuimos caminando hacia el hotel. Recorrimos buena parte de la avenida principal y llegamos a una gran plaza muy modernista y bastante atractiva. Más tarde nos encontramos con Jane quien nos llevó al teatro a ver una Ópera de Sichuan que incluyó el arte de Bian Lian o cambio de máscaras. Esta suerte es todo un espectáculo donde los artistas utilizan trajes coloridos con máscaras que van cambiando en movimientos tan rápidos que son imperceptibles y realmente dramáticos… ¡sorprendente y muy entretenido!

Al día siguiente, después de hacer maletas y el checkout, nos lanzamos a comer en un restaurante de cocina tipo “hot pot” (como un fondue bourgignon a la china). Al llegar simplemente les dimos la hoja de instrucciones que Jane nos había preparado. Fue muy divertido ver cómo los meseros leían con interés y nos iban trayendo la comida que, afortunadamente no incluía lenguas de pato, cabezas de conejo y demás que sí estaban listadas en el menú. Por cierto hasta las porciones gringas se veían cortas… pareciera que un ejército y no solo dos personas éramos comensales. Déjenme decirles que comer tallarines con palillos no es una habilidad que yo tenga…

Después de la extraña comida, volvimos al hotel a recoger nuestro equipaje y encontrarnos con Jane y el querido chofer para hacer nuestro último tour. Hicimos una visita maravillosa a la maravillosa calle peatonal Jinli. A pesar de ser muy turística, bien vale la pena darse un paseo para ver los canales, la vegetación, los molinos de agua, las tradicionales casas de té, escuchar los instrumentos antiguos, las artesanías y observar (no probar) las comidas rápidas típicas –Jane confesó ser fan de las cabezas de conejo en salsa… yo sólo sonreí. Lo que nunca había visto es gente pagar porque le limpien los oídos… no sé qué decir al respecto.

Luego de Jinli, nos llevaron al Museo y Exhibición de los Telares de Seda. Fue increíble ver un telar antiquísimos siendo utilizado por un equipo de un chico que definía los patrones y una chica que armaba los colores. Impresionante la muestra de la destreza en el uso de estas técnicas y los resultados ¡invaluables!

Aquí les comparto fotos del día



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