domingo, febrero 09, 2014

Aunque le arranques los pétalos, no privarás de su belleza a la flor. ~Rabindranath Tagore

India 2013, Capítulo 9: Fatehpur Sikri, una fantástica ciudadela fantasma



Al día siguiente, muy temprano y ya listas con maletas, nuestro guía hizo una última parada antes de que emprendiéramos camino a nuestro siguiente destino: un viaje en tren a Ranthambore. Y dicha parada fue sorprendente. Nos llevó a visitar Fatehpur Sikri: una joya arquitectónica erigida por el emperador mogol Akbar entre 1571 y 1585, a 37 kilómetros de Agra. Tuvimos la gran oportunidad de visitarla estando casi vacía (al que madruga Dios le ayuda, dicen).
Esta maravilla fue construida en Sikri: una pequeña aldea sin pena ni gloria cuyo único acierto había sido ser el lugar de nacimiento del místico sufi Salin Chishti. Cuenta la leyenda que Akbar, seguidor de Salin, la construyó en su honor debido a que éste profetizó que tendría tres hijos varones cuando el emperador lo visitó como su último recurso pues estaba muy angustiado por la falta de herederos varones a pesar de tener tres esposas oficiales y un harén.
El emperador fue bienaventurado ya que sus tres príncipes nacieron sanos y fuertes; sin embargo, la fortuna no estuvo del lado de Fatehpur Sikri  ya que tuvo que ser abandonada por falta de agua. A pesar de haber sufrido saqueos, conserva su magnífica arquitectura ecléctica que la vuelve única.
Akbar fue vanguardista, algo que se refleja en esta ciudad que fue la capital del imperio mogol durante 14 años. Durante su reinado el imperio mogol incluía a hindúes y musulmanes. Las dos creencias religiosas estaban separadas por profundas diferencias; los musulmanes podían comer vaca, algo prohibido para los hindúes que la consideran un animal sagrado (prometo relatarles qué onda con la religión hindú más adelante). Lo mismo ocurría con las bebidas alcohólicas o el cerdo pero a la inversa. La mayoría del pueblo era hinduista mientras que los gobernantes eran musulmanes.
El emperador potenció entonces la tolerancia entre religiones – algo hasta entonces nunca visto y que aún en nuestro siglo XXI es una rareza. Intentó que se reconciliaran las diferencias creando una nueva religión a la que llamó Din-i-Ilahi que sincretizaba el hinduismo, el islamismo, el zoroastrismo y el cristianismo. Rechazó el impuesto de la yizia que se aplicaba a los no musulmanes y se casó con diversas princesas indias.
Akbar amaba el conocimiento y tenía por costumbre invitar a personas de diversas religiones –inclusive hay una pintura donde se distinguen claramente sacerdotes jesuitas- para discutir sobre asuntos mundanos. Fue mecenas de numerosos talentos literarios y ordenó transcribir un sinnúmero de escritos científicos del sánscrito al persa. Creo una biblioteca de más de 24,000 volúmenes, convirtiendo a sus cortes de Agra, Delhi y Fatehpur Sikri en reconocidos centros culturales y de aprendizaje. Tenía una escuela para su harén y en su gobierno tenía un “gabinete” de confianza constituido por artistas y eruditos en distintas materias que llamaba “las nueve joyas”. Sin duda, su reinado de solidez y estabilidad económica derivó en expansión comercial y, por tanto, en inclusión cultural y religiosa, influyendo significativamente en el curso de la historia de la India.
Existen varios espacios privados, políticos y religiosos muy bien demarcados, donde figuran ornamentos esculpidos en la piedra arenisca que son en verdad asombrosos. Un detalle simpático es un tablero de parchís gigante en el pavimento del patio principal, donde las jóvenes de su harén funcionaban como piezas para jugar partidos al aire libre.  Asimismo, hay una pequeña piscina donde se dice que se reunía con su gabinete en las tardes calurosas a escuchar música. 
Los espacios privados incluyen pabellones para cada una de sus esposas principales, y la decoración refleja los gustos y la religión de cada una, ya sea en estilo hindú o musulmán… cabe mencionar que el más grande perteneció a la esposa que le dio a los tres príncipes.  
Entre los sitios de culto está una mezquita y un templo hindú, amén de la tumba del famoso místico sufí. Aún hoy, la gente acude a visitar la tumba y a atar hilos de algodón en el intrincado adorno que forma un cancel de mármol como ofrenda para que sus deseos se hagan realidad al igual que el santo materializó el de Akbar.
Entre los espacios dedicados a la política, encontramos la sala de audiencias privadas con un axis central impresionante, representando el poder supremo del emperador.  
Y no puedo dejar de mencionar un faro llamado Hiran Minar pues a su alrededor tiene adornos simulando los colmillos de muchos elefantes, en honor Hiran, el elefante preferido de Akbar. Dicen que colgaban lámparas en los “colmillos” para guiar a la gente hacia la ciudad. 

Después de recorrer la ciudadela a detalle, salimos del sitio admirando a Akbar y su forma de pensar y gobernar… no en vano es reconocido como el más grande emperador entre la dinastía mogol.
Próximo capítulo: De camino al reino de los tigres

2 comentarios:

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  2. Cuanto detalle, me gusta tu narrativa, admirable el gran emperador Akbar, ejemplo de tolerancia.

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