domingo, febrero 16, 2014

Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse. ~José Ortega y Gasset

India 2013, Capítulo 11: Encuentro con un verdadero Sultán          


Aún estaba muy oscuro cuando escuchamos la voz del chico del staff de Sher Bagh diciéndonos que era hora de despertar y que nos dejaría nuestra orden en la entrada de la tienda.

Como todo el mundo sabe, amo dormir y no me hace feliz levantarme antes de que amanezca pero algo me dijo que ese día sería especial así que no me costó demasiado trabajo despabilarme. Mi hermana y yo nos vestimos rápidamente y salimos de la tienda a degustar el té y café con galletas. El clima estaba bastante fresco todavía así que lo calientito del líquido nos vino muy bien. Los pajarillos que normalmente se levantan con bastante mejor humor que yo, deambulaban esperando que les compartiéramos migajas. Por supuesto, no nos hicimos del rogar.

Después de una escala técnica, caminamos hasta la entrada del campamento para encontrarnos con uno de los guardabosques del parque y un chofer quienes nos indicaron que esa primera mañana nos había tocado el sector 1 del parque, al que debíamos ingresar por el acceso más cercano a Sher Bagh.

El Parque Nacional Ranthambore, abierto de octubre a abril, se extiende más de 1,334 kilómetros cuadrados. Contiene más de 300 especies de árboles, 50 especies de plantas acuáticas, más de 300 especies de aves, y 30 especies de mamíferos; entre los más famosos:  mono langur, oso bezudo, jabalí, chacales, leopardo, cocodrilo, sambhar (el ciervo más grande de India), las gacelas chital y nigali, mangosta y liebres indias. Por supuesto, sus habitantes más famosos son los tigres de bengala.

Realizamos un trayecto corto para llegar al sector que nos correspondía para ese día. El guardabosques nos platicó que en distintos lugares del parque hay estaciones de vigilancia donde los guías deben reportarse para averiguar si se han visto tigres pasar a fin de poder seguirlos. Los tigres son una especie en extinción. En Ranthambore existen alrededor de 36 tigres actualmente; dado que viven en solitario, excepto cuando se aparean o son cachorros, cada tigre necesita varias hectáreas para tener suficiente espacio para desarrollarse. Son expertos cazadores cuya estrategia deriva en camuflarse entre el pasto alto y avanzar hasta estar muy cerca de su presa elegida a fin de sorprenderla con un salto y sujetarla con sus enormes garras y feroces fauces. Los tigres son animales grandes y pesados -los machos miden de 2.70 a 3.10 mts. mientras que las hembras miden de 2.40 a 2.65 mts. de largo; a eso, hay que sumar la cola que mide unos 85-100 cms de largo. Su altura a los hombros es 90-110 cms. Tienen un peso promedio de 235 kg para los machos y de 140 kg para las hembras- por lo que, a pesar de ser muy rápidos, no tienen la resistencia necesaria para recorrer grandes distancias velozmente. Los tigres tienen personalidades individuales y sus rayas son la manera de distinguirlos unos de otros pues son únicas –como nuestras huellas digitales.
La más famosa de los tigres de Ranthambore es Macchli, también conocida como “La dama de los lagos” por el territorio privilegiado que eligió y ganó, el cual obviamente contiene un gran suministro de agua. Macchli es toda una celebridad pues tiene el récord de ser el mamífero más fotografiado/filmado del mundo. Ha sobrevivido más años de lo normal y ha tenido varias camadas exitosas. Su nombre significa pez y así la bautizaron pues en su cuerpo tiene una marca que, con mucha imaginación, tiene esa forma.

Después de reportarnos a la entrada, nos dirigimos al sector 1. Nuestro guardabosque nos explicó que ellos escuchan con atención los sonidos de la jungla para determinar el área donde se está moviendo el tigre en cuyo territorio se está en ese momento. Una de las especies más cuantiosas es el mono langur, apodado por ellos como el “twitter monkey” ya que al andar en las copas de los árboles es capaz de distinguir al tigre merodeando y dar la alerta al resto de la fauna a fin de que huyan del lugar lo más rápido posible.  Estoy segura de que el tigre no es su fan pero nosotros sí pues podría ser nuestro aliado ese día.
Los safaris duran aproximadamente tres horas y se hacen una vez en la mañana antes de desayunar y otra vez en la tarde (en otro sector) después de comer. Iniciamos el recorrido deteniéndonos para ver distintas especies tanto de flora como de fauna que nos señalaba el guardabosque, pero siempre con la esperanza de que la fortuna nos acompañara y pudiéramos admirar a un escurridizo gato rayado. Por cierto, un aprendizaje importante fue que lo que conocíamos como panteras negras en realidad son leopardos negros. Panthera es el nombre científico de los grandes felinos, por lo que los tigres, leones, y demás también son panteras. O sea, Bagheera, el personaje de El Libro de la Jungla, era un leopardo negro. Otro dato es que el oso bezudo al que todos asociamos con Baloo, no es nada relajado y buena onda como el personaje del mismo libro… imagínense que el guardabosque nos aclaró categorícamente que teníamos más oportunidades de sobrevivir encontrándonos con un tigre o un leopardo que con uno de esos osos… ¡ahí nomás!
Durante el safari vimos hermosos ejemplares de muchas especies. Entre los más destacados: el Martín Pescador (Kingfisher), el Sambhar (gran ciervo de India), la gacela Chital (a la que el guardabosque muy mala onda llamó “chocolate para el tigre” por ser pequeñita y servir de “postre” al gran depredador), la Mangosta, y varias aves de rapiña como el Águila. Osos y leopardos no vimos pero con las referencias anteriores, no sé si decepcionarme o agradecerlo.
Pasada una hora y media más o menos, nos detuvimos a tomar un poco de té y a hacer una escala técnica. Siempre decimos que en nuestros viajes una anécdota destaca. Esta vez fue la instrucción de “si tienen ganas de ir al baño, vayan detrás de la pared”. Siendo gente civilizada, supusimos que las instalaciones sanitarias se encontrarían detrás de la pared indicada… ¡imaginen nuestra sorpresa cuando al llegar ahí no nos quedó de otra más que recurrir a la conocida metodología de “hazme casita”!
Seguimos recorriendo las veredas y en ocasiones inclusive viendo huellas de tigre en ellas ya que justo los jeeps siguen los senderos que los tigres han hecho con los años para recorrer su territorio a fin de incrementar las probabilidades de verlos.

Después de un largo rato, iniciamos el camino de regreso un poco desilusionados con la falta de gatos visibles. Después de salir del sector 1, el guardabosque se detuvo y le dio instrucción al chofer de seguir una vereda y nos topamos con algunos otros jeeps. De repente, uno de los otros guardabosques gritó “¡Tigre!” y señaló desaforado hacia una dirección. Lo seguimos en una carrera vertiginosa y ¡al fin! tuvimos nuestro soñado encuentro.
El guardabosque nos dijo que su nombre es Sultán: un tigre muy joven de 1 año y medio que seguramente venía siguiendo a su madre y se quedó a mitad de cruzar el sendero, encontrándose de frente con varios jeeps llenos de turistas. Guardamos respetuoso silencio, sacamos cámaras y celulares y nos dedicamos a fotografiar todos sus gestos y movimientos hasta que, después de un rato de darnos el regalo de su presencia, decidió emprender su camino. Imposible describir la emoción que sentí al verlo en todo su esplendor así que les comparto su imagen, para siempre grabada en mi cerebro. 

Felices, salimos del parque para volver a Sher Bagh y narrar nuestra inolvidable aventura durante el desayuno. Nunca imaginamos que seríamos las únicas afortunadas en ver un tigre ese día y el día siguiente. Durante nuestra estancia tuvimos oportunidad de disfrutar de un delicioso masaje en el campamento, de admirar las fotos de tigres y otras especies del parque, y de visitar otros dos sectores de Ranthambore muy distintos entre sí donde pudimos apreciar parte del famoso fuerte y recordar vívidamente escenas del Libro de la Selva, constatando que Rudyard Kipling simplemente reflejó en su famoso libro algo que existe verdaderamente en la naturaleza. Nosotros fotografiamos todo lo que vimos… y unos niños indios que iban en excursión escolar nos fotografiaron a nosotros. Lo inolvidable fue el privilegio de conocer a Sultán: ¡un acontecimiento increíble que difícilmente podremos superar!  
Próximo capítulo: La maravillosa ciudad de Jaipur



 

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