sábado, octubre 10, 2015

Cuando viajas, recuerda que los países extranjeros no están diseñados para que te sientas cómodo. Están diseñados para que su propia gente se sienta cómoda. ~Clifton Fadiman


China 2012, Capítulo 20: Algo para reflexionar


Aquí el capítulo de cierre de este viaje al Lejano Oriente. Van, pues, mis últimas reflexiones muy personales sobre la experiencia de 2012:

Antes que nada, es muy importante hacer hincapié en que hoy en día no es un destino al que un turista pueda aventurarse por cuenta propia. La gente en general no maneja el inglés (mucho menos el español) y las poquísimas traducciones de señalamientos básicos que encontramos en algunos lugares altamente turísticos como los aeropuertos por ejemplo, son marcadamente pobres. Por supuesto, ni qué decir de tratar de entender los múltiples dialectos -algunos habitantes de distintas regiones no se entienden ni siquiera entre ellos- o, dilucidar el lenguaje corporal… los guías de turistas se transforman en asertivos defensores de los derechos humanos. Insisto, esto aplica a esta década... la que viene será otra historia pues hay millones de chicos chinos aprendiendo inglés ahora.

Decir que tenemos una educación distinta es piropo. Algunas costumbres populares son francamente desagradables: sorber el caldo, escupir en cualquier lugar, ganar espacio a codazos. Bueno, ¡a mi abuelita le hubiera dado el supiritaco!  Y qué decir del gusto de estos chicos por una recargadísima decoración y por las luces de LED, sobre todo en rojo… su uso indiscriminado es para dejar lampareado a cualquiera.

Sobre la cocina local debo asentar que me gusta más la versión mexicanizada. Por supuesto hubo algunos platillos como la raíz de la flor de loto en salsa de naranja o el pato laqueado que merecen mención especial; no obstante, en la mayoría de los casos tendría que decir que: o sabía demasiado a uno de los ingredientes, o era insípido, o ¡estaba vivo! amén de que hacen uso de absolutamente todo lo que pueda considerarse alimento... tenga la apariencia que tenga (yo soy fresa y no comulgo con esa visión). Y lloviendo sobre mojado, añado que para mi desgracia ¡no vi un solo limón en todo el trayecto! Y la vida sin limón, para mí no es vida.

Es un país de historia difícil -recuerdo vivamente la conversación con Jane en Chengdu sobre cómo ella siempre hubiera querido tener una hermana con quien convivir como yo con la mía y siento una gran tristeza; su acervo cultural es importantísimo y han hecho grandes contribuciones a la humanidad. En fin, sufren notables contrastes; su población parece estar siempre en el dilema entre mantener su hermetismo y conservar con orgullo sus tradiciones, o aceptar completamente la modernidad y “occidentalizarse”. Ambas rutas tienen consecuencias graves.

La conclusión más silvestre de este viaje es que, en verdad, ¡son muchos chinos y muy diversos! Honestamente, como habitante de Chilangolandia (el DF) nunca pensé llegar a engentarme pero la masa china me sacó de mi error. Como decía Mafalda, el día que se organicen y salten juntos a la vez, sacarán a la Tierra de su eje.  

No obstante, mi más grande aprendizaje es –tal como me lo compartió uno de los profesores mexicanos con los que nos encontramos en Guilin- que la mentalidad china está realmente basada el famoso yin-yang. Es decir, creen en la dualidad de todo lo existente en el universo: las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas. El yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad y la pasividad. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz y la actividad. Por eso, en cuanto les dejas espacio en una negociación, enseguida reaccionan y lo aprovechan. A los occidentales nos podrá parecer abuso o desconsideración de su parte, pero en su percepción, ellos simplemente buscan volver a un estado de equilibrio de fuerzas. Si uno considera esto, en principio, les dará la razón. El punto es saberlo y actuar con base en ello durante nuestros encuentros a fin de “estar en el mismo canal”.

En fin... aunque yo no sea necesariamente proclive a su cultura, usos y costumbres, he de decir que China es definitivamente un país al que hay que visitar por lo menos una vez en la vida. El volver en una segunda ocasión ya será una decisión informada.

¡Hasta la próxima!

 

En el cielo no hay distinciones entre este y oeste, son las personas quienes crean esas distinciones en su mente y luego piensan que son verdad. ~Frase budista


China 2012, Capítulo 19: Hong Kong, ni de aquí ni de allá


Una manera simplista de describir a Hong Kong es decir que es el lugar donde el Este se encuentra con el Oeste. Su territorio está repartido entre una parte continental y más de doscientas islas e islotes. Por su ubicación es, por supuesto, un puerto estratégico; a consecuencia, durante su historia ha tenido altibajos económicos. Hasta 1997 fue colonia del Reino Unido; a partir del 1° de julio de ese año se convirtió en una Región Administrativa Especial de la República Popular China. Eso quiere decir que, en conjunto con Macao que es la segunda región de ese tipo, mantiene un sistema económico capitalista bajo la soberanía de un país de ideología oficial comunista. Además del sistema económico (que contempla una moneda distinta del yuan), también conserva un sistema administrativo y judicial independiente, e incluso su propio sistema de aduanas y fronteras externas. ¿Muy confuso? Se pone peor…

La economía se basa fundamentalmente en el sector de servicios, que representa más del 80 % de la actividad económica en Hong Kong. Está considerado uno de los lugares con mayor libertad económica del mundo: existe una gran facilidad para establecer empresas en el territorio y para mover dinero de Hong Kong al exterior. Estas condiciones, unidas a la existencia de un sistema legal de origen británico muy escrupuloso en el respeto de la propiedad privada, contrastan con las dificultades burocráticas y la inseguridad jurídica a la que se enfrentan las empresas internacionales en la China continental, y es la razón principal por la que Hong Kong sigue siendo el principal centro financiero de China. Gracias a lo anterior, existe un gran hacinamiento: su población alcanza los 6,200 habitantes por km²… ¡no me vuelvo a quejar de que hay demasiada gente en el Distrito Federal!

Al llegar notamos de inmediato que la presencia británica en Hong Kong marcó la cultura local... inclusive, manejan del lado derecho como los ingleses. Sus habitantes no “se sienten realmente chinos” aunque, paradójicamente, en Hong Kong se han mantenido muchas costumbres y tradiciones culturales chinas, entre ellas, comunicarse en cantonés y usar exclusivamente los caracteres tradicionales al escribirlo.

Una consecuencia bastante curiosa de la separación de Hong Kong del resto de China durante los años posteriores al establecimiento del régimen comunista en la China continental es el desarrollo de la cultura popular, manifiesta en la enorme producción cinematográfica, musical y de novelas de entretenimiento: ¿quién no conoce a Bruce Lee, Jackie Chan,  Chow Yun-Fat o a Jet Li?

Otro factor relevante es que la isla de Hong Kong se ha convertido en una de las capitales mundiales de la arquitectura moderna. Es la ciudad del mundo con mayor número de rascacielos. El hotel donde nos hospedamos, de altura estándar en la península de Kowloon frente a la isla de Hong Kong tenía aproximadamente 80 pisos y una piscina en el piso superior construida de tal forma que podrías, nadando, llegar a la orilla y admirar la vista sin obstáculos.

El guía local, un tipo ya mayorcito y bastante sangrón, nos llevó a conocer “The Peak” que es el punto más alto de la Isla de Hong Kong y la zona más exclusiva desde la época colonial. La vista es muy espectacular, aunque la cantidad de gente también lo sea. Hubo que luchar a brazo partido para sacarle una foto a mi hermana con el horizonte a sus espaldas; como no quería que nadie saliera con ella, ¡hice multitud de intentos desesperados para lograrlo!

Después de pasar un buen rato admirando las vistas, bajamos la pendiente en auto para llegar a la bahía de Aberdeen. Este es un lugar por demás peculiar pues, rodeada de modernidad, alberga a una comunidad de pescadores que vive en tradicionales juncos de madera con todas sus cosas, inclusive un montón de perros con complejo de marineros. Nos embarcamos en una barcaza para recorrer el sitio, llevadas por una capitana bastante malhumorada. El guía nos comentó que la costumbre es pagar la mitad del pasaje al abordar y el remanente a la mitad para asegurar que te traigan de vuelta al muelle. Justo por la mitad del paseo está el “refugio tifón” una zona famosa por sus restaurantes de mariscos y el lugar donde se encuentra el Jumbo Kingdom: uno de los restaurantes flotantes más grandes del mundo diseñado en forma de palacio chino y que tiene capacidad para atender hasta 2,300 comensales… ¡eso sí que es toda una verbena popular!

Acto seguido, nos dirigimos a Repulse, lugar harto popular por sus condos de lujo y su centro turístico de playa. Para terminar la visita, el guía nos llevó a un taller/tienda de joyas donde compré un colguije del año del caballo (mi signo) que ahora está colgado en el espejo retrovisor de mi auto.

A la noche, resolvimos andar por nuestra cuenta para ir a cenar y luego llegar hasta el famoso Paseo Tsim Sha Tsui o “Avenida de las Estrellas” (una calzada que conmemora un siglo de historia del cine de Hong Kong) para presenciar en punto de las 20:00 horas “Una Sinfonía de Luces”. Este espectáculo multimedia nocturno en el que participan más de 40 edificios a ambos lados del puerto son trece minutos inolvidables de música, rayos láser, proyectores y luces de colores y una narración que celebra la diversidad de Hong Kong. No en vano ha sido designado "Espectáculo permanente de luz y sonido más grande del mundo" por el Guinness World Records.

Al siguiente día, decidimos no permanecer en la ciudad sino aventurarnos a la isla de Lantau. Este lugar hospeda una multitud de atracciones, entre ellas, el aeropuerto y Disneyland Hong Kong.  Pero, claro, ese no fue el destino de nuestra visita. Nosotros tomamos un largo trayecto en el muy práctico y amigable metro de Hong Kong, rodeadas en todo momento de gente de todas las edades con la mirada clavada en su celular escribiendo a toda prisa en caracteres chinos, hasta llegar a la estación del teleférico de Ngong Ping. Ahí compramos boletos para la cabina con piso de cristal e hicimos el recorrido de 25 minutos hasta llegar a la Plaza del mismo nombre donde se encuentran el Monasterio Po Lin y el Buda Tian Tan (o Buda Gigante).

Recorrimos el sendero de Bodhi que es una pasarela central que va desde el nuevo arco pai lau o arco ornamental, hasta el templo Di Tan (un atrio abierto). A ambos lados se encuentran alineadas las estatuas de los Doce Generales Divinos, junto con 40 linternas en forma de loto. Los Doce Generales Divinos se consideran como protectores en el budismo y cada uno es responsable de custodiar, cada día, una franja horaria de dos horas. Además, representan los doce signos del zodiaco chino, como denotan los diferentes signos del zodiaco presentes en sus coronas.
Nos quedamos todo el día en el área pues no solo subimos al pie de la hermosa estatua de bronce del Buda que, dicho sea de paso, mide 34 metros de altura y mira con semblante pacífico hacia China continental, sino que también pasamos por un curioso parque de atracciones sobre budismo denominado “El Sendero de la Sabiduría” donde aprendimos –como hacen los niños- sobre la vida de Siddhartha (luego Buda), los principios del budismo. Además visitamos nuestro primer templo budista dentro del complejo del Monasterio Po Lin: uno de los santuarios budistas más importantes de Hong Kong,  conocido como "el Mundo Budista en el Sur". Ahí viven numerosos monjes devotos; en el monasterio se celebran innumerables y coloridas manifestaciones de iconografía budista y tiene un muy agradable jardín repleto de cantos de aves y flores, amén de un popular restaurante vegetariano.
Fueron dos días por demás educativos y diferentes… una excelente manera de terminar este viaje al lejano oriente pues actuó como una cámara de descompresión para dejar atrás el oriente y volver a casa al mundo occidental.

Les comparto las galerías:





 

domingo, octubre 04, 2015

Si aspiráis a las alturas, usad vuestras propias piernas. ~Friedrich Nietzche


China 2012, Capítulo 18: De China continental a Hong Kong


Después de desayunar nos llevaron al aeropuerto para tomar el vuelo interno a Guangzhou, la principal ciudad industrial así como uno de los puertos comerciales más importantes del sur de China.

Honestamente, pensamos que esta ciudad sería una simple escala técnica para tomar el ferry que nos llevaría al muelle “China Hong Kong City” de Hong Kong: nuestro último destino en este país. Sin embargo, resultó una escala de lo más divertida e interesante.

Al llegar al aeropuerto nos recibió una chica bastante joven que se presentó como Victoria y nos dijo que nos acompañaría las horas de estancia en Guangzhou y ella nos llevaría personalmente al muelle, a tiempo para embarcar en el transbordador. Después de algunas frases, descubrimos que su inglés de acento británico era maravilloso y su español, no tanto. Tratamos de convencerla de que podíamos conversar perfectamente en cualquiera de los dos pero nos confesó que, en teoría, tenía que comunicarse en español pues su agencia la había contratado para guiarnos en ese idioma y, como hay menos guías en China que lo manejen pues por supuesto el pago era más alto. A lo largo del día mezclamos ambos y nos entendimos de lo mejor con ella así que no nos quejamos.

Primero nos llevaron a tomar un almuerzo que, como ya era costumbre, parecía ser servido para un batallón de chinos y no sólo para dos personas. Por supuesto, una vez que supe que Guangzhou es el nombre chino de Cantón, entendí que ahí es donde nació la famosa cocina cantonesa: la más reconocida mundialmente de las cocinas regionales de China. Probamos todos los platillos, entre ellos un caldo de elote y un guisado de camarones en hojas de laurel (este condimento es muy popular en el sur de China) y el típico arroz. Una vez satisfechas y dejando probablemente más de la mitad de la porción en la mesa, el chofer nos llevó al centro de la ciudad.

Resulta ser que Guangzhou (Cantón), situada sobre el río de las Perlas, es la ciudad más importante del sur de China. Su posición estratégica, muy cerca de Hong Kong, ha permitido que la ciudad se desarrolle con extrema rapidez ya que fue el principal punto de salida de los emigrantes chinos durante los siglos XIX y principios del XX. Como muestra de su importancia económica y financiera, les comparto que la Feria China de Importación y Exportación, también llamada «Feria de Cantón», se inauguró en 1957 y aún se celebra cada año en abril y octubre por el Ministerio de Comercio. Por otra parte, fue la sede de los Juegos Asiáticos de 2010, acontecimiento regional previo a los Juegos Olímpicos.

Con pena debo decir que hubo poco tiempo para ver Cantón pero lo que vimos fue toda una sorpresa. Visitamos el amplio centro de la ciudad donde se encuentran sus edificaciones modernas más impresionantes. La primera, el Centro Financiero Internacional de Cantón (2008) que tiene 103 pisos y se utiliza como un centro de conferencias, hotel y edificio de oficinas; la segunda, la Torre de televisión de Cantón terminada en 2010 justo para los Juegos Asiáticos y que, con 600 metros de altura, es la segunda torre de telecomunicaciones más alta del mundo. Tratar de abarcar semejante altura con la cámara estuvo literalmente en chino pero lo logramos…

Caminamos un muy buen rato por los alrededores admirando la modernidad de esta ciudad y escuchando a Victoria contarnos sobre el desarrollo vertiginoso de la misma. Y concluimos que deben ser pocos los turistas que se detienen un rato en Cantón antes de partir a Hong Kong pues unas chicas nos detuvieron utilizando los servicios de Victoria como intérprete para pedirnos si podrían fotografiarse con nosotros… ¡es extraño sentirse una celebridad occidental en este cerrado mundo oriental!

Llegado el momento, volvimos al auto para emprender el camino hacia el muelle. Nos despedimos de Victoria quien nos ayudó a registrarnos y nos indicó cómo hacer para que nos sellaran los pasaportes y encontrar nuestros asientos en el enorme, conglomerado ferry hacia Hong Kong. Por supuesto, pusimos atención a las indicaciones de la tripulación, nos sentamos cómodamente y nos dispusimos a disfrutar del corto trayecto, confiando en que fuera corto y tranquilo.

Les comparto la galería:


Siguiente capítulo: Hong Kong…una ciudad “ni de aquí ni de allá”