viernes, febrero 28, 2014

La diferencia entre los recuerdos falsos y los verdaderos es la misma que con las joyas: siempre es el falso el que parece el más real, el más brillante. ~Salvador Dalí

India 2013, Capítulo 15: Los artesanos de Jaipur y la locura llamada “Diwali” 


Creo que gracias a tantas emociones, ni cuenta nos dimos de la cantidad de horas que llevábamos recorriendo las atracciones de Jaipur.
Nuestro guía Parvindra nos preguntó si estábamos muy cansadas o aguantábamos todavía conocer más sobre los artesanos de Jaipur y además, terminar el día recorriendo uno de los mercados más grandes y antiguos de la ciudad, el Johori Bazar, principal zona comercial para la población local. Por supuesto, respondimos que ya descansaríamos en México… ¡el punto es aprovechar todo lo que podamos ver! Eso lo dejó muy contento y se dispuso a mostrarnos algunas sorpresas más en su ciudad.
Les cuento que los antiguos gobernantes de Jaipur fomentaron un número importante de artes y oficios. Invitaron a artistas y artesanos talentosos indios y extranjeros dándoles todas las facilidades para establecerse y formar comunidades en Jaipur a fin de que adoptaran a la ciudad como su hogar. Como resultado, hoy en día es un centro importantísimo de artes y oficios, algunos de los cuales tuvimos la fortuna de admirar de cerca. Entre los más famosos se encuentran los xilógrafos que utilizan una técnica de impresión con plancha de madera, los escultores con sus obras en piedra y mármol (se acuerdan que Makrana está cerca de Jaipur), los joyeros (no en vano Jaipur es conocida como la ciudad de las gemas), los pintores de miniaturas, los textiles, los tejedores de alfombras, y la famosa cerámica azul.
En primera instancia, Parvindra nos llevó a un centro joyero. Es un oficio plenamente establecido por lo que los joyeros y artesanos locales están altamente calificados y entrenados para crear piezas únicas y especiales que se venden en India –hay un enorme mercado local- y también se exportan al extranjero. Confieso que no soy fan de la joyería pero de esta visita lo que llamó mi atención fue descubrir una gema llamada “Indian Ruby Star”. Durante mucho tiempo la India fue considerada la fuente clásica de rubíes… en lenguaje sánscrito se le llama al rubí "ratnaraj", que se traduce como "Rey de Piedras Preciosas." Y ésta tiene la particularidad de mostrar una estrella de seis que brilla sobre la superficie de la piedra cuando se mueve. Difícil describirla así que me robo una foto de Internet para mostrárselas.
Después del centro joyero, nos llevó a una cooperativa de artesanos para mostrarnos los oficios de la xilografía, el tejido de alfombras y los textiles.

La muestra de xilografía estuvo interesante pues nos enseñaron que una sola persona puede imprimir toda una tela con una precisión y rapidez impresionantes. ¡Inclusive nos dejaron hacer pininos y crear nuestro propio dibujo que ahora es un lindo souvenir!

Tejido de alfombras hemos visto en otros tantos países así que no pensábamos ver nada nuevo… hasta que nos mostraron cómo queman las alfombras por el reverso a fin de desechar cualquier material adicional a la seda. Una vez lavada la alfombra, se vuelve antiderrapante. No sé ustedes, pero yo en mi vida había visto esa técnica y me impresionó mucho.


 
 
 


 
Saliendo del centro artesanal con algunas compras bajo el brazo, nos dirigimos a tomar un paseo en rickshaw motorizado con un simpático “taxista” tuerto al que el sentido de percepción no le fallaba ni tantito. Parvindra hizo varias paradas para que disfrutáramos del mercado de flores, las tiendas de especias y, por supuesto, para mostrarnos los trajes de boda y los artículos relacionados con el Diwali. Este "festival de las luces" dura cinco días y los preparativos son una verdadera locura, ¡algo así como la versión india del Black Friday!

La gente estrena ropa nueva, comparte dulces, prende unas hermosas lámparas de aceite y lanza fuegos artificiales. Es la entrada del año nuevo hindú, y una de las noches más significativas y alegres del año. La divinidad que preside esta festividad es Lakshmí (¿se acuerdan de nuestra elefanta? pues ella es quien otorga la prosperidad y la riqueza, y es la patrona –dijéramos en México- de la casta de los comerciantes (vaisyas).

Fue una experiencia hermosa y memorable pasar un rato entre toda esa gente compartiendo su alegríay un cierre con broche de oro para nuestro día en Jaipur.

Próximo capítulo: Varanasi y el ciclo kármico


  
 
 


 
 

domingo, febrero 23, 2014

Llevo dentro de mí un peso agobiante: el peso de las riquezas que no he dado a los demás. ~Rabindranath Tagore


India 2013, Capítulo 14: La magnificencia del Fuerte Amber


La siguiente parada en nuestro larguísimo día en Jaipur fue el fuerte situado en la ciudad de Amber (pronunciado Amer), a 11 kilómetros de Jaipur. 

Históricamente, Rajastán fue una región dividida en varios reinos presididos por familias guerreras de la casta de los Rajput. Dichas familias peleaban regularmente entre sí por la supremacía; sin embargo, se unían cuando había que sacar de su territorio a sus vecinos enemigos: los sultanes de Delhi. Rajastán fue entonces, una región acostumbrada a la guerra continua, situación que siguió inclusive hasta los siglos XVI y XVII cuando reinaron los Mogoles, a pesar de que hubo alianzas matrimoniales entre ellos (con esa familia, ¿para qué quieres enemigos?)

Es por ello que Rajastán contiene dentro de su territorio tantas fortalezas –otro gran ejemplo que recordarán es el fuerte de Ranthambore que ahora es territorio de tigres. Entre los más impresionantes está el formidable Fuerte Amber que ahora nos ocupa. Este fuerte fue estratégico para los Kachwahas pues es un excelente punto desde donde vigilar el paso que lleva a Delhi. Su arquitectura representa una fascinante combinación de las arquitecturas hindú y mogol. El Rajá Man Singh I inició su construcción en piedra arenisca y mármol blanco en 1592, misma que fue completada por el Jai Singh. Su escabroso exterior oculta un paraíso interior que fusiona el arte y la arquitectura de una fortaleza palaciega clásica con un aura de magnificencia. La muralla interior del Palacio muestra escenas expresivas esculpidas, piedras preciosas y multitud de diseños con incrustaciones de espejos. A la fortaleza anteceda el Lago Maota que contribuye a una vista que quita el aliento por su belleza. El fuerte se construyó como un refugio en tiempo de guerra pues sus murallas podían defender perfectamente a sus residentes. 
El fuerte suministraba no solo medios de supervivencia sino todos los lujos que las familias reales y la gente que se ocupaba de la operación del reino de los Kachhawas. La historia de este lugar se remonta a siete siglos y vibra con la energía de su pasado legendario y bien conservado hasta nuestros días.

Las portentosas murallas siguen el contorno de la empinada colina en la que se ubica el fuerte… inclusive me recordaron a la sección de la Muralla China. La forma más folclórica de llegar al Fuerte Amber es subiendo en elefante, cosa que no hicimos pues realizamos antes nuestro safari. Con el calor y la pesada subida que afortunadamente realizamos en auto con aire acondicionado, ¡agradecimos la excelente decisión logística de Parvindra.


El acceso es a través de la Suraj Pol (puerta del sol), llamada así pues está orientada hacia el oriente, ya que el emblema de la familia real era el sol naciente. Cabe mencionar que por esa entrada únicamente ingresaban las familias nobles ya que los plebeyos accedían a través de la puerta opuesta, Chand Pol (puerta de la luna). Supongo que tomaremos como halago el hecho de que ahora los turistas entramos como reyes. Dentro del fuerte existe un impresionante templo con puertas de plata pura llamado Shila Devi (“shila” significa losa; "devi", diosa). Cuenta la leyenda que el Rajá Singh I rezó a la diosa para que le diera la victoria sobre los reyes de Bengala; la diosa se le apareció en un sueño y le pidió a cambio que recuperara su estatua sumergida en el mar cerca de Bangladesh y la instalara como pieza principal en el fuerte. El Rajá recuperó la estatua después de subyugar a sus enemigos y cumplió su palabra construyendo un templo donde se puede ver la famosa estatua.

El fuerte es un espléndido complejo de patios, pertas, jardineras, canales de agua, pabellones y palacios ricamente decorados que emulan la gloria y riqueza de los antiguos regentes de Amber. Uno de los puntos más atractivos es la Ganesh Pol (puerta de Ganesh), que fue construida y ornamentada como acceso de tres pisos de altura para las procesiones de la realeza ya que da al patio donde están los apartamentos reales alrededor de un espléndido jardín.

Otro punto a destacar en la Ganesh Pol es el Suhag Mandir: el pabellón con balcones sobresalientes que tiene un intrincado diseño en mármol conformando una especie de pantalla desde donde las mujeres podían observar las procesiones reales con toda comodidad y sin ser vistas. Curiosamente, en la foto se ve asomado un hombre, cosa que nunca hubiera sido posible en la antigüedad -¡oh, estos tiempos modernos en que vivimos!

El lugar que a mí más me gustó fue el Sheesh Mahal (sheesh significa espejo, mahal, palacio) que servía como el salón de audiencias privadas donde el rey recibía a los nobles y comerciantes más importantes. Parvindra nos contó que, gracias al diseño con incrustación de espejos, los reyes podían revestir completamente el ambiente a capricho, simplemente cambiando las ricas alfombras y tapices al modelo y color deseado pues los abundantes espejos reflejaban el nuevo color automáticamente, creando un deslumbrante efecto que dejaba mudos a los visitantes. ¡Qué listos!
Un lugar más a destacar de este maravilloso fuerte es el jardín artificial Kesar Kyari Bagh con sus jardineras en forma de estrella donde se cultiva la flor del kesar (azafrán, en India denominada la especia de la vida), amén de otras plantas y hierbas exóticas. En este jardín flotante se celebraban fiestas; siguiendo la tradición, hoy en día existe ahí un espectáculo de luz y sonido. El agua era subida desde cisternas subterráneas mediante un sistema de poleas a fin de suministrar el preciado líquido al fuerte y, por supuesto, regar los jardines.
Por último, quiero contarles sobre los apartamentos denominados Zenana donde las 12 esposas y concubinas del Rajá Man Singh vivían. Los guardias eran eunucos, ya que el único hombre que ingresaba era el rey.  Las habitaciones del rey colindan, por supuesto, con estos apartamentos. Sinceramente no sé cómo estaría la convivencia, pero imagino que muy complicada…
Después de visitar este increíble lugar, nos encontramos con la dificultad de hacer camino a través de innumerables jeeps que de repente habían invadido el estacionamiento de visitantes del fuerte. Sono, como siempre, se vio hábil y maniobró hasta que nos sacó de ahí.


La última vista antes de volver a Jaipur fue el Jal Mahal (palacio de agua) construido a mediados del siglo XVIII por Madho Singh I flotando sobre el lago Man Sagar.  
Próximo capítulo: Los artesanos de Jaipur y la locura llamada “Diwali”  

Se dice que el elefante indio llora a veces. ~Charles Darwin

India 2013, Capítulo 13: Paseo en elefante

 
Dejamos atrás el Palacio de Jaipur para dirigirnos al campo Rajput (llamado así en honor a una casta guerrera hindú que se definían como descendientes del sol, la luna y el fuego) en las afueras de la ciudad con el propósito de realizar un breve safari -palabra que significa “viaje” en suajili- en elefante y almorzar al término de esta actividad.
Cabe mencionar que Jaipur es famoso por la celebración anual del Festival del Elefante que coincide con el Holi o fiesta de los colores. El 19 de marzo, los elefantes marchan en una multitudinaria procesión, muy vistosa y fotogénica, acompañados por bailarinas y músicos que realizan cantos y danzas tradicionales. Son característicos los jinetes y acompañantes, con sus impecables turbantes rojos. El sonido de las trompetas (llamadas “bankiya”) ofrece una atmósfera única. Los elefantes, que siempre son hembras, caminan majestuosos, engalanados con joyas, flores, palanquines, pinturas de colores y telas. No en vano el elefante ha sido un símbolo de la realeza y un bien muy preciado para los maharajás. A veces incluso se unen al desfile otros animales, como caballos o camellos. También participan en espectaculares deportes, como carreras de elefantes, partidos de polo o incluso peleas de elefantes, para las que en ocasiones son vestidos de guerra, con caparazones o armaduras como las que antaño presentaban en las batallas.
 
Para ponerles en contexto sobre los elefantes indios, les cuento que son más pequeños que los africanos pues alcanzan 2 a 3.5 metros de altura frente a los 2.7 a 4 metros de sus parientes del continente negro. Tienen la cabeza abombada, orejas más pequeñas y redondeadas que no cubren los hombros, espalda arqueada y cola proporcionalmente más larga, aunque también coronada por un penacho de pelos negros, los únicos de longitud considerable en su piel dura, gruesa y correosa. No todos los elefantes presentan colmillos aunque, si los tienen, son largos y de buen tamaño en la mayoría de los machos; las hembras con frecuencia carecen de ellos. De longitud en la cabeza y el cuerpo miden de 5.5 a 6.4 metros y la cola alcanza de 1.2 a 1.5 metros. Los pies de sus patas delanteras tienen cinco dedos en forma de pezuña, y los de las patas traseras, cuatro.  Les comparto una foto del elefante de madera que trajimos de recuerdo del safari.
A pesar de sus 5 toneladas de peso, los elefantes indios se mueven con relativa agilidad y de forma bastante segura, incluso en terrenos montañosos. La velocidad promedio de la marcha es de 5 a 6 kilómetros por hora, aunque pueden correr a más de 40 km/h si se asustan o enfadan. Son buenos nadadores. Los elefantes salvajes viven en los bosques tropicales asiáticos, donde se alimentan de una amplia gama de hojas y frutas, en manadas compuestas por hembras (entre las que se encuentra una más vieja, la matriarca, que dirige el grupo), sus crías y a menudo un macho viejo, acompañado ocasionalmente de otro joven. La mayoría de los machos, sin embargo, abandonan el grupo cuando llegan a la adolescencia y llevan a cabo una vida solitaria, acercándose solamente a las manadas de hembras cuando perciben por infrasonidos que una de ellas desea reproducirse. Entonces los machos compiten entre sí, y el que resulte vencedor se aparea con la hembra en caso de que ella lo acepte (cosa que tampoco sucede a menudo). Después de 22 meses nace una única cría cuyo periodo de lactancia dura hasta los 5 años, aunque puede seguir a la manada a los 3 ó 4 días de nacer y hacia los 6 meses ya comienza a ingerir materia vegetal. Las crías son vulnerables a los ataques de los leopardos y especialmente de los tigres, por lo que los integrantes de la manada cooperan para no perder de vista a los más pequeños.
El elefante indio ha sido domesticado desde tiempos muy antiguos y se utiliza para transportar carga o personas. Formaron parte importante de las tropas de Ciro el Grande, Alejandro Magno y Pirro de Epiro, entre otros reyes de la antigüedad. Hoy en día se les puede ver en espectáculos circenses y en safaris turísticos como el que nosotros tomamos. Tristemente, los elefantes se reproducen rara vez en cautividad, por lo que la gran mayoría de los domesticados fueron capturados ya adultos. El método tradicional para hacerlo es el kedah, de origen indio, en el que los hombres rodean una manada y la van empujando hacia un redil de madera, donde separan los individuos más interesantes y devuelven el resto a la selva. Los individuos escogidos son encadenados a un árbol y aislados mientras se habitúan a la gente. Unos días después reciben la visita del mahout (montador de elefantes), sentado inicialmente sobre otro elefante domesticado, que comienza su adiestramiento. Pasará un tiempo antes de que los elefantes permitan al mahout sentarse sobre su lomo y posteriormente sobre su cuello, momento a partir del cual ya son totalmente dóciles y obedientes.
Los elefantes indios son profundamente respetados en Oriente como símbolo de salud y fuerza. El dios Ganesh del hinduismo tiene cabeza de elefante; en el budismo, los elefantes blancos son sagrados porque se dice que la madre de Buda, Maya, quedó embarazada de él tras soñar que un elefante albino se introducía en su matriz (yo más bien diría que tuvo una pesadilla, pero ahí cada quién). Este respeto se ha visto acrecentado por el hecho de que los elefantes indios pueden captar infrasonidos y vibraciones del suelo, lo que les permite alertar de uno de los frecuentes terremotos que se abaten sobre su zona de distribución antes de que los humanos sospechen siquiera que vaya a producirse. Antes de que el gran tsunami de las navidades de 2004 se estrellara contra las costas de Tailandia, los elefantes que formaban parte de una excursión turística "lloraron" según sus cuidadores y, agarrando a los turistas con la trompa los subieron uno a uno sobre su lomo para después huir tierra adentro, salvándoles la vida. ¡Yo quiero adoptar uno para tenerlo en mi oficina en caso de sismo!
 
Llegando al campo, nos presentaron a Laksmí, la elefanta que nos daría un paseo de 30 minutos. A fin de que Laksmí –llamada así en honor de la consorte eterna del dios Visnú, y diosa de la belleza y de la buena suerte- no nos viera con desconfianza, procedimos a ofrecerle plátanos. Inocentemente, yo pregunté si debía pelar la banana antes de dársela, a lo cual el guía sonrió de buena gana y me dijo, “no te preocupes, se la comerá con todo y cáscara”. Acto seguido, acerqué la fruta a su trompa y gentilmente la tomó para llevársela a la boca y comérsela entera en un santiamén.  
Mi hermana hizo lo mismo y después de sacar algunas fotos, nos condujeron a una plataforma a fin de facilitarnos subir al palanquín colocado en su lomo. El conductor de Laksmí nos instruyó pacientemente sobre  cómo acomodarnos y nos dio un paraguas a cada una pues los rayos del sol estaban fuertes. Una vez seguras de no caernos, proseguimos a dar el citado paseo. La plataforma no es muy cómoda pero el viaje resultó placentero. A mitad del camino, el conductor amablemente nos sacó una foto de recuerdo que aquí pueden ver.
 





Terminado el paseo, nos sirvieron un almuerzo bastante sustancioso y mi hermana adquirió una playera de Elephant Polo que por supuesto provoca curiosidad en cualquiera que se la vea puesta…

Próximo capítulo: La magnificencia del Fuerte Amber




 

viernes, febrero 21, 2014

Sabiduría es saber que no soy nada. Amor es saber que lo soy todo. Y es entre ambos que mi vida fluye. ~Sri Nisargadatta Maharaj


India 2013, Capítulo 12:  La maravillosa ciudad de Jaipur    

Después de desayunar, partimos en compañía del buen Sono hacia Jaipur, a tres horas de distancia. Una vez que llegamos al hotel, nos registramos, dejamos el equipaje en la habitación y nos encontramos con nuestro guía local, Parvindra. Aunque su nombre me parecía femenino, resultó ser un hombre de unos 50 y tantos años de verdad agradable en su trato y su charla. Nos contó que había sido el equivalente a lo que nosotros conocemos como delegado de uno de los municipios de Jaipur. Además, que se había casado a los 21 años con una chica de 17 años a la que no conoció sino hasta el día de su boda. Esto sonará extraño para nuestro mundo occidental, sin embargo, la manera en que él nos describió el cómo se llevan a cabo estos famosos matrimonios arreglados en los que las familias buscan al cónyuge más adecuado para su hijo(a) y consultan los horóscopos de los contendientes para asegurar que sean compatibles y el hecho de que India es uno de los países con menos porcentaje de divorcios, no deja mucho lugar a duda de que a lo mejor ellos sí tienen la clave del éxito. Por lo menos, Parvindra sigue casado y enamorado de su esposa con quien tiene dos hijos varones y con quien, hace algunos años, siempre deseoso de tener una hija, adoptó a una niña cuya familia desafortunadamente es demasiado pobre para solventar su educación y gastos. Realmente disfrutamos mucho escuchando sus historias que dieron color a las explicaciones más de fondo cultural que también nos brindó durante el día. Muy orgulloso de su ciudad natal, nos prometió un día largo, lleno de asombrosas atracciones que la capital del estado de Rajastán ofrece.

En primer lugar, nos platicó que Jaipur (conocida como “la ciudad rosa” pues todos los edificios históricos están pintados de un color rosa salmón que en Rajastán equivale al color de la suerte)  es un modelo como ciudad pre-moderna en cuanto a la regulación de sus calles. Jai Singh II, su fundador y gran aficionado a las ciencias y sobre todo a la astronomía, mandó construir un gran observatorio en la ciudad. La ciudad es simétrica, con trazado geométrico muy racional. Está rodeada de una muralla almenada que tiene diez puertas. Diseñada según el Shilpa Sastra (un tratado antiguo de arquitectura), se divide en nueve cuadrantes con calles anchas de más de 30 mts; de esos nueve cuadrantes dos están dedicados al complejo palaciego con el Chandra Mahal o Palacio de la ciudad, el Hava Mahal o Palacio de los Vientos y el Jantar Mantar u observatorio de Jai Singh; los otros siete están ocupados por el pueblo.
De camino pasamos por el Museo Albert Hall, un hermoso edificio que contiene diversas colecciones de esculturas y pinturas. Casi llegando al centro, nos estacionamos para ver de cerca el famoso Hava Mahal construido en 1799. Formaba parte del Palacio de la ciudad. Servía como extensión de la zenana o cámara de las mujeres destinada al harén. Su función original era la de permitir a las mujeres reales observar la vida cotidiana de las calles de la ciudad sin ser vistas. Tiene cinco pisos, los dos superiores un poco más estrechos lo que le confiere una cierta forma piramidal. La fachada que da a la calle tiene un total de 953 ventanas pequeñas. El viento que circulaba a través de ellas le dio el apodo de Palacio de los Vientos ya que permitía que el recinto se mantuviera fresco incluso en verano. La estructura exterior del palacio recuerda a la cola de un pavo real, animal de gran simbolismo en la India. No existen escaleras que lleven a los pisos superiores a los que se accede mediante rampas.

La siguiente parada fue el Jantar Mantar: uno de los cinco observatorios astronómicos construidos en la India por el maharajá Jai Singh en 1728, inscrito desde 2010 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Consiste en una asombrosa colección de monumentos escultóricos, cuyas formas permitían el estudio de la evolución de las sombras producidas por el sol. El más impresionante es una estructura de 27 mts. de alto y la sombra se mueve a una razón de 4 metros por hora. Confieso que sus interesantísimas estructuras tienen facha de parque de diversiones; disfrutamos enormemente recorrerlo y admirar al maharajá por su gran conocimiento sobre la astronomía y la astrología, amén de su audacia para edificar este observatorio que, aún hoy, tiene un dejo futurista.

Dejamos el observatorio para caminar hacia el Palacio de Jaipur, que incluye a los palacios Chandra Mahal y Mubarak Mahal junto con otras construcciones. Fue la sede del Maharaja de Jaipur, el jefe del clan Kachwaha Rajput.

En una parte del palacio Chandra Mahal en la actualidad se encuentra un museo con vestimentas oficiales y efectos personales de la casa reinante donde por cierto está el traje de polo con el que estaba vestido el Maharajá Jai Singh cuando murió, pero la mayor parte del palacio todavía es una residencia real. El complejo del palacio, que se encuentra ubicado al noreste del centro de la ciudad de Jaipur, incorpora una gran cantidad de patios, jardines y edificaciones. El palacio fue construido entre 1729 y 1732, inicialmente por Sawai Jai Singh II, el gobernador de Amber. Sawai planificó y construyó los muros externos, y otros gobernadores que le sucedieron fueron incorporando edificaciones inclusive hasta el siglo XX.
En el palacio vimos varios puntos de interés entre los que más recuerdo: cuatro ornamentadas puertas representando las cuatro estaciones, dos gigantescos jarrones de plata en los que uno de los maharajás portaba agua del Ganges para su uso durante sus estadías en Inglaterra, un gran comedor donde se recibían a los diplomáticos y que mostraba en hermosos cuadros al óleo los distintos festivales de India,  y un cuadro con espadas acomodadas en círculo para representar al sol.

Dentro del complejo palaciego visitamos un corredor dedicado a artesanos locales. Jaipur es reconocida como un centro de artesanía india. Tuvimos la oportunidad de ver a un pintor que usa brocha de un solo pelo de chipmunk para hacer dibujos fantásticos a través de una técnica increíblemente detallada.
Gracias a Parvindra, descubrimos al personaje que fue la esposa del maharajá Sawai Man Singh II. Gayatri Devi, nacida como princesa india en Londres, contrajo matrimonio con el maharajá de Jaipur en 1940, con quien tuvo un hijo. Convertida en maharaní y en personaje de la vida social internacional, fue incluida en la revista Vogue entre las diez mujeres más hermosas del mundo. En general, llevaban el modo de vida extravagante que caracterizaba a la realeza india, sin embargo, con los años manifestó inquietudes sociales, poco comunes en una maharaní. Preocupada por la situación de la mujer en su país, promovió la construcción de escuelas para niñas. La más importante fue la Escuela pública de niñas Maharani Gayatri Devi, que obtuvo con los años, una importante proyección internacional. Otro de sus múltiples legados fue el impulso que dio a la elaboración artesanal de cerámica azul de Jaipur. 

En los años 1960, Gayatri Devi entró en política, en la que consiguió una histórica victoria en las elecciones generales de 1962 (inclusive está registrada en Guiness como récord). La incomoda oposición de su partido al Partido del Congreso en el gobierno, enfureció a Indira Gandhi, quien en 1971, como represalia, suprimió las prerrogativas y privilegios económicos de la realeza, rompiendo los tratados acordados en 1947. Gayatri Devi fue acusada de infringir las leyes fiscales, y cumplió cinco meses de condena en la cárcel Tihar, al igual que otros políticos de la oposición y otros miembros de la realeza india. Este hecho produjo las quejas de varias potencias occidentales, y finalmente fue liberada, bajo fianza. Tras esta experiencia, se retiró de la política y publicó en 1976 su autobiografía, “Recuerdos de una princesa”, escrita con Santha Rama Rau, y editada por su amiga Jacqueline Kennedy Onassis. No tienen ni que preguntar si nos trajimos el libro... sin duda, ¡fueuna mujer maravillosa cuya historia vale la pena conocer a fondo!
Próximo capítulo: Paseo en elefante

 

domingo, febrero 16, 2014

Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse. ~José Ortega y Gasset

India 2013, Capítulo 11: Encuentro con un verdadero Sultán          


Aún estaba muy oscuro cuando escuchamos la voz del chico del staff de Sher Bagh diciéndonos que era hora de despertar y que nos dejaría nuestra orden en la entrada de la tienda.

Como todo el mundo sabe, amo dormir y no me hace feliz levantarme antes de que amanezca pero algo me dijo que ese día sería especial así que no me costó demasiado trabajo despabilarme. Mi hermana y yo nos vestimos rápidamente y salimos de la tienda a degustar el té y café con galletas. El clima estaba bastante fresco todavía así que lo calientito del líquido nos vino muy bien. Los pajarillos que normalmente se levantan con bastante mejor humor que yo, deambulaban esperando que les compartiéramos migajas. Por supuesto, no nos hicimos del rogar.

Después de una escala técnica, caminamos hasta la entrada del campamento para encontrarnos con uno de los guardabosques del parque y un chofer quienes nos indicaron que esa primera mañana nos había tocado el sector 1 del parque, al que debíamos ingresar por el acceso más cercano a Sher Bagh.

El Parque Nacional Ranthambore, abierto de octubre a abril, se extiende más de 1,334 kilómetros cuadrados. Contiene más de 300 especies de árboles, 50 especies de plantas acuáticas, más de 300 especies de aves, y 30 especies de mamíferos; entre los más famosos:  mono langur, oso bezudo, jabalí, chacales, leopardo, cocodrilo, sambhar (el ciervo más grande de India), las gacelas chital y nigali, mangosta y liebres indias. Por supuesto, sus habitantes más famosos son los tigres de bengala.

Realizamos un trayecto corto para llegar al sector que nos correspondía para ese día. El guardabosques nos platicó que en distintos lugares del parque hay estaciones de vigilancia donde los guías deben reportarse para averiguar si se han visto tigres pasar a fin de poder seguirlos. Los tigres son una especie en extinción. En Ranthambore existen alrededor de 36 tigres actualmente; dado que viven en solitario, excepto cuando se aparean o son cachorros, cada tigre necesita varias hectáreas para tener suficiente espacio para desarrollarse. Son expertos cazadores cuya estrategia deriva en camuflarse entre el pasto alto y avanzar hasta estar muy cerca de su presa elegida a fin de sorprenderla con un salto y sujetarla con sus enormes garras y feroces fauces. Los tigres son animales grandes y pesados -los machos miden de 2.70 a 3.10 mts. mientras que las hembras miden de 2.40 a 2.65 mts. de largo; a eso, hay que sumar la cola que mide unos 85-100 cms de largo. Su altura a los hombros es 90-110 cms. Tienen un peso promedio de 235 kg para los machos y de 140 kg para las hembras- por lo que, a pesar de ser muy rápidos, no tienen la resistencia necesaria para recorrer grandes distancias velozmente. Los tigres tienen personalidades individuales y sus rayas son la manera de distinguirlos unos de otros pues son únicas –como nuestras huellas digitales.
La más famosa de los tigres de Ranthambore es Macchli, también conocida como “La dama de los lagos” por el territorio privilegiado que eligió y ganó, el cual obviamente contiene un gran suministro de agua. Macchli es toda una celebridad pues tiene el récord de ser el mamífero más fotografiado/filmado del mundo. Ha sobrevivido más años de lo normal y ha tenido varias camadas exitosas. Su nombre significa pez y así la bautizaron pues en su cuerpo tiene una marca que, con mucha imaginación, tiene esa forma.

Después de reportarnos a la entrada, nos dirigimos al sector 1. Nuestro guardabosque nos explicó que ellos escuchan con atención los sonidos de la jungla para determinar el área donde se está moviendo el tigre en cuyo territorio se está en ese momento. Una de las especies más cuantiosas es el mono langur, apodado por ellos como el “twitter monkey” ya que al andar en las copas de los árboles es capaz de distinguir al tigre merodeando y dar la alerta al resto de la fauna a fin de que huyan del lugar lo más rápido posible.  Estoy segura de que el tigre no es su fan pero nosotros sí pues podría ser nuestro aliado ese día.
Los safaris duran aproximadamente tres horas y se hacen una vez en la mañana antes de desayunar y otra vez en la tarde (en otro sector) después de comer. Iniciamos el recorrido deteniéndonos para ver distintas especies tanto de flora como de fauna que nos señalaba el guardabosque, pero siempre con la esperanza de que la fortuna nos acompañara y pudiéramos admirar a un escurridizo gato rayado. Por cierto, un aprendizaje importante fue que lo que conocíamos como panteras negras en realidad son leopardos negros. Panthera es el nombre científico de los grandes felinos, por lo que los tigres, leones, y demás también son panteras. O sea, Bagheera, el personaje de El Libro de la Jungla, era un leopardo negro. Otro dato es que el oso bezudo al que todos asociamos con Baloo, no es nada relajado y buena onda como el personaje del mismo libro… imagínense que el guardabosque nos aclaró categorícamente que teníamos más oportunidades de sobrevivir encontrándonos con un tigre o un leopardo que con uno de esos osos… ¡ahí nomás!
Durante el safari vimos hermosos ejemplares de muchas especies. Entre los más destacados: el Martín Pescador (Kingfisher), el Sambhar (gran ciervo de India), la gacela Chital (a la que el guardabosque muy mala onda llamó “chocolate para el tigre” por ser pequeñita y servir de “postre” al gran depredador), la Mangosta, y varias aves de rapiña como el Águila. Osos y leopardos no vimos pero con las referencias anteriores, no sé si decepcionarme o agradecerlo.
Pasada una hora y media más o menos, nos detuvimos a tomar un poco de té y a hacer una escala técnica. Siempre decimos que en nuestros viajes una anécdota destaca. Esta vez fue la instrucción de “si tienen ganas de ir al baño, vayan detrás de la pared”. Siendo gente civilizada, supusimos que las instalaciones sanitarias se encontrarían detrás de la pared indicada… ¡imaginen nuestra sorpresa cuando al llegar ahí no nos quedó de otra más que recurrir a la conocida metodología de “hazme casita”!
Seguimos recorriendo las veredas y en ocasiones inclusive viendo huellas de tigre en ellas ya que justo los jeeps siguen los senderos que los tigres han hecho con los años para recorrer su territorio a fin de incrementar las probabilidades de verlos.

Después de un largo rato, iniciamos el camino de regreso un poco desilusionados con la falta de gatos visibles. Después de salir del sector 1, el guardabosque se detuvo y le dio instrucción al chofer de seguir una vereda y nos topamos con algunos otros jeeps. De repente, uno de los otros guardabosques gritó “¡Tigre!” y señaló desaforado hacia una dirección. Lo seguimos en una carrera vertiginosa y ¡al fin! tuvimos nuestro soñado encuentro.
El guardabosque nos dijo que su nombre es Sultán: un tigre muy joven de 1 año y medio que seguramente venía siguiendo a su madre y se quedó a mitad de cruzar el sendero, encontrándose de frente con varios jeeps llenos de turistas. Guardamos respetuoso silencio, sacamos cámaras y celulares y nos dedicamos a fotografiar todos sus gestos y movimientos hasta que, después de un rato de darnos el regalo de su presencia, decidió emprender su camino. Imposible describir la emoción que sentí al verlo en todo su esplendor así que les comparto su imagen, para siempre grabada en mi cerebro. 

Felices, salimos del parque para volver a Sher Bagh y narrar nuestra inolvidable aventura durante el desayuno. Nunca imaginamos que seríamos las únicas afortunadas en ver un tigre ese día y el día siguiente. Durante nuestra estancia tuvimos oportunidad de disfrutar de un delicioso masaje en el campamento, de admirar las fotos de tigres y otras especies del parque, y de visitar otros dos sectores de Ranthambore muy distintos entre sí donde pudimos apreciar parte del famoso fuerte y recordar vívidamente escenas del Libro de la Selva, constatando que Rudyard Kipling simplemente reflejó en su famoso libro algo que existe verdaderamente en la naturaleza. Nosotros fotografiamos todo lo que vimos… y unos niños indios que iban en excursión escolar nos fotografiaron a nosotros. Lo inolvidable fue el privilegio de conocer a Sultán: ¡un acontecimiento increíble que difícilmente podremos superar!  
Próximo capítulo: La maravillosa ciudad de Jaipur



 

No hay mayor placer que el de encontrar un viejo amigo, salvo el de hacer uno nuevo. ~Rudyard Kipling

India 2013, Capítulo 10 De camino al reino de los tigres

 
Después de dejar a nuestro guía local cerca de su casa, recorrimos unos 45 minutos más en auto con nuestro fiel chofer Sono para llegar a la estación de Bharatpur donde tomaríamos el tren Golden Temple Mail con destino a Ranthambore.

Al llegar a la estación nos dijeron que lo más cómodo sería que lleváramos sólo lo necesario para el viaje en tren de cuatro horas y dejáramos que Sono transportara las maletas grandes en el auto hasta Sher Bagh (Jardín del Tigre), el campamento cercano al parque donde nos alojaríamos dos noches. Resulta que nos mandaron en tren no solo para tener la experiencia de viajar en Indian Railways, sino porque el trayecto es mucho más directo y escénico que si fuéramos en el auto pasando por multitud de aldeas. Total, Sono nos alcanzaría en Sher Bagh antes del anochecer así que no tendríamos que preocuparnos por pasarla sin nuestras cosas mucho tiempo.
Y qué bueno que hicimos caso, porque una vez con nuestros backpacks, un representante de Abercrombie and Kent, operadores de nuestro viaje, nos guió boletos en mano hasta el andén pasando por varios puentes peatonales que hubiera sido complicadísimo cruzar con maletas ¡y eso que viajamos ligero!
 
Llegamos al andén y esperamos con el guía una media hora. Cabe mencionar que en la estación había más changos y chipmunks que gente. Así pues, cuando llegó nuestro tren, el guía se subió con nosotros, nos llevó hasta nuestros lugares, habló con el inspector y nos explicó cómo llevar el control de las estaciones que iríamos pasando y la hora estimada de llegada para prevenir que se nos pasara la estación correcta ya que el tren recorre de Amritsar hasta Mumbai -o sea, medio país. En la estación destino nos esperaría otro representante de AK junto con la gente de Sher Bagh quienes nos trasladarían al campamento sanas y salvas.
Aquí les comparto unas imágenes de la estación y del tren. El recorrido fue muy tranquilo y bastante colorido. Desde la ventanilla pudimos disfrutar del agradable paisaje con vistazos de gente y animales. Dentro del tren, que no iba muy lleno por lo menos en nuestro vagón, pasaron varios vendedores de comida que no nos atrevimos a comprar pero no se veía mal… sopas, guisados, chai,  lassi (bebida india de yogur), entre otros. 






Nos bajamos en la estación de Sawai Madhopur donde nos encontramos con el guía local, un simpático chico que nos condujo hasta el jeep donde la gente de Sher Bagh nos esperaba ya con toallas húmedas para limpiarnos manos y cara y lo mejor ¡una deliciosa limonada! Los tres nos subimos al vehículo y emprendimos camino hasta el campamento. Durante el camino, el guía de AK nos explicó que llegaríamos justo a la hora de la comida (en Sher Bagh tuvimos pensión completa) y no teníamos programada ninguna actividad en la tarde así que, si nos apetecía, él podría llevarnos a recorrer la aldea de Ranthambore incluyendo un lugar patrocinado por el gobierno donde familias del lugar fabrican artesanías locales y un mercado. Nos pareció una idea excelente así que quedamos con él en la hora en que nos pasaría a recoger al campamento.
Al llegar a Sher Bagh quedamos encantadas con el recibimiento y las instalaciones que incluyen 12 tiendas, un comedor con su respectiva cocina, una gran estancia común para lectura, el té de la tarde y venta de artesanías locales y libros, un espacio para hacer fogatas, una piscina al aire libre y las oficinas del staff. Comimos muy rico en el comedor del lugar y luego, en la tarde, nuestro joven guía y un chofer nuevo pasaron por nosotros para el tour pactado.

El tour estuvo genial. Fuimos primero a recorrer la aldea cercana. Nos comentaron que casi nadie aceptaba hacer la visita así que estaban muy felices de llevarnos. La aldea es muy chica y la mayoría de las familias no tienen muchos recursos, pero lo que nos encandiló fue la sonrisa de los niños que perseguían el jeep queriendo saludar. En esa visita aprendimos dos vocablos geniales del hindi: “chaló” cuya traducción al español sería algo así como “vamos, anda” y “pichale” que significa “atrás”. Eso porque nuestro guía las usaba con entusiasmo cada vez que queríamos sacar fotos y el chofer debía mover el jeep hacia adelante o hacía atrás para ponernos en el lugar correcto. Desde entonces, me da por vocalizar “chaló” cada vez que quiero arrear a alguien… ¡es de lo más útil!
 
Nos platicaron que la gente estaba preparándose para uno de los festivales más importantes de India: el Diwali o festival de las luces y los fuegos artificiales (por cierto que usan mucho luces de Bengala, originarias por supuesto de esa región) que podríamos comparar con Navidad por el tema de la alegría, los regalos, las reuniones familiares y de amigos. En su caso, también es ocasión para hacer limpieza, pintar la casa, deshacerse de lo que ya no te sirve y comprar cosas nuevas… digamos un tipo “fuego nuevo”. De verdad me asombró lo cercanos que son India y México en usos y costumbres. Como un gran recuerdo, mi hermana sacó una de las mejores fotos del viaje, que creo que retrata la India de hermosas miradas y sonrisas misteriosas que conocimos ese día. 
 
Enseguida, fuimos al centro de artesanía que nos sorprendió enormemente con sus maravillosas colchas de multitud de telas y colores, sus alfombras tejidas de casimir, camello, seda o algodón, sus pashminas y mascadas de distintos materiales. Pensando que qué mejor que comprarles a ellos beneficiando a la aldea que visitamos, sacamos la cartera para comprar algunas cosas –entre otras una linda alfombrita de pelo de camello que cargué todo el viaje en mi backpack y que ahora disfruto todos los días al bajar de la cama. Luego de despedirnos de los artesanos cuyo líder era un señor con un inglés británico increíble, montamos nuevamente en el jeep.

Para entonces ya había oscurecido así que nos dirigimos al mercado local. La verdad es que era lo que nosotros llamamos “mercado sobre ruedas” donde se venden desde viandas hasta artesanías y artículos diversos para el hogar. El guía se mostró muy asombrado cuando no vio ninguna cara de sorpresa de nuestra parte… él creía que este tipo de mercados se realizan sólo en la India así que lo sacamos de su error. Se quedó un poco preocupado pues pensó que nos enojaríamos porque nos había hecho perder el tiempo pero lo dejamos más que tranquilo cuando le dijimos que era maravilloso poder visitar el mercado y ver a la gente y los productos. El concepto podrá ser internacional, pero la experiencia local siempre deja algún aprendizaje. Una vez que recorrimos algunos puestos, llegó la hora de volver a Sher Bagh para verificar que Sono hubiera ya llegado con nuestro equipaje y, por supuesto, para no perdernos la cena.
Llegando de regreso al campamento, nos encontramos con el encargado del lugar quien amablemente nos invitó a reunirnos con el resto de los huéspedes a tomar una copa en el sitio de la fogata. Fuimos rápidamente a nuestra tienda para comprobar con alivio que Sono ya había dejado nuestro equipaje ahí y que el staff del hotel ya había acomodado los mosquiteros para la noche.
 
La reunión de bienvenida resultó en una agradable charla y una introducción acompañada por una proyección de fotografías por parte del encargado sobre el Parque Nacional Ranthambore, llamado así por el fuerte ahí construido que los tigres han reclamado como suyo. La cena nuevamente estuvo espectacular y probamos algunos nuevos platillos de la gastronomía india. 
 
Nos dieron las instrucciones para el día siguiente en las que el staff del hotel nos despertaría a las 5:30 am dejando té o café y galletas (al gusto del consumidor). Debíamos vestirnos y acudir a eso de las 6:00 am a la entrada del campamento donde un guía y un chofer del parque nos recogerían para llevarnos a realizar un safari fotográfico por el sector asignado para nosotros ese día (son 9 sectores). Hizo mucho hincapié en que divisar a un tigre en uno de estos recorridos era cuestión de mucha suerte, así que lo mejor era centrarnos en disfrutar lo increíble de los paisajes y la variedad de flora y fauna. Por supuesto, lo que logró es que nos fuéramos a dormir con una sola petición al universo: ¡queremos ver a un tigre!

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