domingo, enero 12, 2014

La más larga caminata comienza con un paso. ~Proverbio Hindú

India 2013, Capítulo 2: La “nueva” Delhi


Ya con la cabeza más o menos en su lugar, salimos con entusiasmo al encuentro de nuestra guía local, Rekha –su nombre en hindi quiere decir “recto, armónico” (lindos atributos digo yo).
 
La primera parada del tour fue para visitar  el centro político de India, donde está la Rashtrapati Bhavan, residencia del presidente de la India. Cabe mencionar que ser presidente en la India es la chamba más genial del mundo. A pesar de que India es una república democrática, el presidente es seleccionado por un consejo de ministros y puede ser reelegido después de un periodo de cinco años. Constitucionalmente, es el jefe de estado y de las fuerzas armadas; sin embargo, quien se lleva las palmas o los tomates es realmente el Primer Ministro de India que sí es elegido por medio de la votación de la población. Entonces, el presidente le delega las decisiones al primer ministro y, según nos contaron, se la pasa padrísimo en su preciosa casa, llevando a cabo tareas diplomáticas.



Rajpath
El plan urbanístico de Nueva Delhi (la zona que rodea Rajpath) fue realizado por el arquitecto británico Edwin Lutyens. El complejo es impactante. Su centro es el Rajpath (Camino del Rey): un boulevard ceremonial que va desde Rashtrapati Bhavan (“Los Pinos” para los cuates) en Raisina Hill (una colina artificial construida por los ingleses) hasta el Estadio Nacional, pasando por Vijay Chowk (Plaza de la Victoria) y la Puerta de la India (el arco a los caídos de India, en honor a quienes murieron en la Primera Guerra Mundial y la segunda guerra anglo-afgana. También es el memorial del soldado desconocido).
La avenida está flanqueada a ambos lados por césped, canales y filas de árboles. Es la calle utilizada el 26 de enero de cada año para el desfile del Día de la República de India. Las celebraciones de la constitución consisten en una exhibición de la diversidad cultural del país y su poder militar. También se usa para las procesiones funerales de importantes líderes políticos locales. Para muestra, la primera escena de la película Gandhi comienza en Rajpath.
Después de admirar el estilo anglo-hindú de los edificios, bajamos para admirar, aunque sea por fuera, algunos de los palacios de los diversos maharajá quienes tenían residencias oficiales en Nueva Delhi por ser la capital política del país. Uno de los más bonitos es el del Maharajá de Jaipur… una ciudad que visitaríamos días después.
Y se preguntarán qué onda con los famosos Maharajás. Estrictamente, majarás significa ‘gran rey’ (rey entre reyes, o emperador), pero se utiliza indistintamente para reyezuelos, intendentes de comunas, etc. En 1947, cuando la India se independizó del Imperio británico (e incluía al actual Pakistán) poseía más de 600 estados principescos, cada uno con su propio regente. Desafortunadamente, el Maharajá de Poka Hu no estaba en casa cuando tocamos la puerta de su palacio… ¡snif!
La segunda parada fue el complejo Qutb: un conjunto de edificios y monumentos considerado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Lo más importante del complejo –prueba de que el reciclaje no es un invento moderno porque sus monumentos están hechos con partes de 27 templos hinduistas y jainistas– son dos construcciones: la mezquita Quwwat-ul-Islam, reconocida como la primera edificación de culto islámico de India pues data del año 1190, y el Qutab Minar: el minarete más alto del mundo con sus 72.5 metros, casi igual de antiguo que la mezquita.
Periquitos indios
Otras dos cosas que nos asombraron fueron, en primer lugar, la genial puerta de entrada al complejo donde se ve un estilo combinado de los estilos hindú y musulmán… seguro una de las primeras piezas con esta rara mezcla. En segundo, un curioso pilar de hierro de siete metros de alto y aproximadamente seis toneladas; sinceramente no es que sea estéticamente asombroso: el tema es que nadie sabe por qué a pesar de tener más de 1600 años de antigüedad, no presenta ningún tipo de corrosión… éjele con nuestros amigos indios, ¿no?
Chipmunk
Pero el descubrimiento más lindo fueron sin duda los periquitos y los chipmunks (tamias en español) que a partir de ese lugar nos acompañaron los quince días de viajes como divertidos compañeros.

 
Después de recorrer el complejo salimos hacia la tumba de Humayun, segundo emperador Mogol. Les cuento que el Imperio Mogol -¡no confundir con Mongol!- fue un poderoso estado turco islámico del subcontinente indio, que existió entre los siglos XVI y XIX. Abarcó en su período de apogeo la mayor parte de los territorios actualmente correspondientes a la India, Pakistán y Bangladés, llegando a poseer zonas del Afganistán, Nepal, Bután y este del Irán. A estos amigos mogoles nos los topamos muchas más veces, así que les contaré mucho más de ellos.
El mausoleo de Humayun
La tumba de Humayun es especialmente importante porque fue el modelo para el famosísimo Taj Mahal. Humayun no fue un chico con suerte en un principio. Heredó un imperio aún no consolidado así que se las vio difíciles. Tuvo que luchar, huir, pedir ayuda al Sah de Persia y volver recargado para recuperar su trono después de un exilio de 15 años. Y lo no tan simpático es que después de todo eso, ¡murió al caer accidentalmente de una escalera en su propia biblioteca! Su esposa  Hamida Begum que al parecer tenía muchos pantalones, le mandó construir este bonito mausoleo supongo que como premio de consolación.
De regreso en el Claridges, nos fuimos derechito a tomar el té en el jardín muy al estilo británico y luego a dormir temprano para recuperarnos del jet lag.
Primer día, ¡check! En el siguiente capítulo les contaré sobre la “vieja Delhi”…   
 
 
 

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