China 2012, Capítulo 9: El Templo del Cielo
Al salir de la Ciudad Prohibida, Oscar
se ganó un lugar célebre en nuestra vida al pronunciar la siguiente letanía
enumerando los peligros que nos asechaban en esta poblada y desordenada ciudad
cada vez que nos preparábamos a cruzar la calle: “Cuidado: Autobús, moto,
bicicleta, ¡chino!” A la fecha, la repito en mi mente, sólo cambiando el
gentilicio y aumentando obstáculos según corresponda. Desde entonces, adoptamos
la costumbre de sólo cruzar al lado de un chino, procurando que él estuviera
del lado del tráfico para que fuera nuestro escudo (lo sé, no suena muy amable
pero les aseguro que lo hacíamos en defensa propia).
Después de comer, Oscar nos llevó en el
auto a través de varios atajos para poder llegar a nuestra siguiente escala: El
Templo del Cielo, al sur de Pekín. Este conjunto de edificios construido en
1420 es el mayor templo de su clase en toda China. Fue utilizado por los
emperadores de la familia Ming y los de la Qing para orar por las cosechas en
primavera y dar las gracias al cielo por los frutos obtenidos en el otoño.
Como siempre, las edificaciones están
llenas de simbolismos: el gran complejo está rodeado de una muralla interior y
otra exterior formadas por una base rectangular que significa la tierra y
rematadas con formas redondeadas para simbolizar el cielo. Las murallas dividen
el recinto en dos zonas: la interior y la exterior.
El terreno es enorme. En la parte
exterior se extiende un gran parque entre cuyos árboles endémicos se pueden
encontrar algunos troncos milenarios. La gente se reúne a hacer tai chi, tomar
té, comprar juguetes (yo estuve a punto de comprar un dragón tejido muy
simpático), contarse el último chisme, tocar música utilizando instrumentos
antiguos y disfrutar de juegos de mesa al aire libre. Presenciamos una especie
de ritual que por su precisión me recordó aquella tira de Mafalda donde
expresaba que si los chinos se ponían de acuerdo y un día saltaban todos al
mismo tiempo, eran capaces de mover el axis de la tierra…
Recorrimos la zona interior del
conjunto para ver el templo circular llamado Qi nian dian, el edificio más
conocido de todo el conjunto, y uno de los más representativos de la ciudad de
Pekín. Se trata de un edificio circular, de un diámetro de 30 metros y una
altura de 38 metros. Cada tramo de las escaleras que conducen a lo alto del
altar está formado por 9 peldaños ya que los chinos consideran el número 9 como
el número de la buena suerte. Está construido sobre tres terrazas circulares de
mármol blanco. El edificio se sostiene sobre 28 pilares de madera y muros de
ladrillo. No hay ninguna viga. Subimos la gran escalera para visitar el
interior en el que nos encontramos con un salón de triple tejado construido con
tejas de color azul y rematado por una bola dorada en su cúpula. La acústica
especial del lugar permite que, si alguien habla desde el centro del altar, el
sonido aumente y se escuche desde todos los ángulos.
El otro edificio que me llamó la
atención fue el de la Bóveda Imperial del Cielo pues ahí es donde los
emperadores rendían homenaje a sus antepasados. Curiosamente, la Bóveda está
rodeada por el muro del eco: una singular construcción redonda de unos 60
metros de diámetro. Probamos con éxito la teoría de que uno puede colocarse en
cualquier punto del muro y su voz oírse claramente en el punto opuesto ya que
el sonido se transmite recorriendo la pared… ¡impresionante!
Antes de dejar el templo vimos La
Piedra Central del Cielo: un punto que simboliza el noveno cielo para los
chinos. Mucha gente se estaba sacando fotos así que Oscar nos animó a verlos de
cerca y estuvimos un rato observándolos hasta que llegó la hora de marcharse.
Saliendo del conjunto nos encontramos
con un junípero de más de 500 años, protagonista de una leyenda que, según
Oscar, dice que está poseído por nueve dragones cuyas garras se pueden palpar aun
hoy en su deformado tronco.
Al ir al exterior para encontrarnos con
el chofer que nos llevaría de vuelta al hotel, nos encontramos con varios
chinos que estaban escribiendo mensajes en caligrafía china en el pavimento
utilizando grandes pinceles y agua. Aquí les dejo el video.
La verdad es que, no siendo fanática
del estilo chino, tengo que reconocer que este templo es realmente hermoso y
disfruté contemplándolo… ¡a lo mejor es cierto que es celestial!
Siguiente capítulo: Caminar la Gran
Muralla
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Ojalá esta entrada haya sido de tu interés y agrado... ¡cuéntame!