China 2012, Capítulo 10: Caminar la Gran Muralla
Llegó el día en que visitaríamos uno de
los sitios más emblemáticos no solo de China sino del mundo: la Gran Muralla.
Con mucho ánimo, después de tomar el desayuno, armadas con zapatos cómodos y
bien arropadas pues Oscar nos comentó que el viento sería bastante frío, nos
encontramos con él en el Lobby del hotel bastante temprano pues el camino es
largo.
Antes de llegar a la Muralla, hicimos
una primera parada a unos 50 kilómetros de Pekín para visitar las Tumbas de la
Dinastía Ming, construidas entre los años 1409 y 1609 –sí, estos amigos Ming
gobernaron China un muy buen rato. En ellas están enterrados trece emperadores,
amén de 23 emperatrices, cortesanos y concubinas de la corte, todos en una extensión
de 40 kilómetros cuadrados.
Los edificios del conjunto simulan
palacios y siguen las reglas del Feng Shui pues en esa época existía la creencia
de que una vez muerta, una persona seguía teniendo las mismas necesidades que
cuando estaba viva. Por eso, en las tumbas se han encontrado más de 3,000
objetos –algunos de ellos exhibidos en el museo de sitio que también visitamos-
incluyendo vestidos de seda y adornos de oro, plata o jade.
A pesar de que cada emperador diseñó a
su gusto su propia tumba, todos los mausoleos tienen tres estructuras en común:
la primera parte, los edificios destinados a realizar los sacrificios; la
segunda, la torre de estelas funerarias; la tercera, el sepulcro subterráneo
que quedaba sellado después del funeral. Mientras que la tumba más representativa por
la cantidad de objetos encontrados es la del emperador Zhu Yijun, la más grande
es la del emperador Yongle y su emperatriz. Un dato curioso es que, a unos 2 kms. están enterradas 16
concubinas que fueron “elegidas” para acompañar al emperador en su último viaje.
Me imagino qué pacífico viaje habrá sido…
El acceso al conjunto se hace a través
del camino sagrado: un paseo de 6.4 kms con 12 esculturas de mármol
representando la guardia de honor del emperador. También existe la avenida de
los animales, un paseo flanqueado por estatuas de mármol de animales reales y
fantásticos entre los que destaca una tortuga, símbolo de longevidad. La verdad
es que los chinos tienen fijación con vivir muchos años…
Una vez listos para emprender el
camino, volvimos a abordar el auto y ahora sí nos dirigimos a la sección de la
Muralla conocida como el Paso Juyong. La Gran Muralla, con sus 6,300 kilómetros de longitud, ha atravesado 2,500
años de la historia para convertirse en el símbolo de China… no en vano aparece
en la visa del país.
La Gran Muralla es un magnífico proyecto de fortificación
militar que es considerado un milagro de la arquitectura antigua y, por ello, una de las Siete Maravillas. Es parte
integral de una fortificación militar consistente en puertas, torres vigía,
torreones para señales de fuego, etc. Durante su construcción, que llevó unos 2,000
años, todas las dinastías siguieron la regla de "construir los fuertes
para que sean peligrosos y difíciles según el terreno". Los pasos fueron
construidos entre gargantas y riscos, o en los recodos de los ríos, o en los
fuertes de mayor tránsito. Se construyó con ladrillos de 10 metros de alto y 5
metros de ancho; tiene torres vigía –tanto sólidas como huecas- cada 30 o 100
metros a lo largo de la Muralla.
En las torres sólidas solo se puede
disparar desde lo alto; en las torres los soldados podían permanecer en los
entrepisos y disparar desde arriba. Las torres vigía también incluyen dormitorios,
bodegas y zanjas para el paso de los soldados. En las murallas de las altas
montañas se construían fortines en forma de chimenea. En caso de guerra, el
humo de su fuego daba la señal de alarma, que se extendía rápidamente desde el
frente de batalla por todo el ejército. Los soldados corrían por las zanjas en
lo alto de la muralla, que permiten el paso de diez personas, y disparaban
desde las ventanas almenadas. En los lugares de tránsito lento a lo largo de la
muralla, hay entradas que eran vigiladas con mayor número de tropa.
Hay varias secciones de la Muralla que
están abiertas al público. Como les decía, la que visitamos nosotros fue el de Paso Juyong: un lugar muy
importante desde el punto de vista estratégico puesto que conecta el interior y
la zona cercana a la frontera norte de China. Ahí, la altura promedio de la
muralla es de 8.5 metros, el espesor es de 6.5 metros y el ancho arriba es de
5.7 metros. Está rodeado de árboles y flores exuberantes, resultando en un
paisaje que realmente quita el aliento.
Caminar (o en este caso, casi trepar) por la
Muralla fue todo un logro pues el terreno es empinado y los escalones,
desiguales. Llegamos a la primera torre casi con la lengua de fuera. Ahí
encontramos una escalera de bajada que nos llevó –lo han adivinado- al calor de
una pequeña tienda de souvenirs. Claro, ¡ahí sí se vale que todo diga “Made in
China”!
Después de descansar un poco, tomamos
el camino de regreso (Oscar nos había dejado subir solas… no lo culpo, lo mismo
hago yo cuando los extranjeros quieren subir la Pirámide del Sol en
Teotihuacan). Recorrimos una de las torres huecas, sacamos un montón de fotos
de la experiencia y bajamos a encontrarnos con los artesanos al pie de la
Muralla donde, por supuesto, adquirí un souvenir de bambú donde grabaron mi
nombre y la fecha en que estuve este inolvidable lugar.
Encontrar a Oscar para volver estuvo
complicado entre tanta gente pero al final lo descubrimos y nos pudimos
refugiar del frío nuevamente en el coche para volver a Pekín.
Siguiente capítulo: Juegos Olímpicos, Medicina China y Escorpión frito pa' llevar