viernes, agosto 22, 2014

De nada sirve construir medio puente. ~Proverbio chino


China 2012, Capítulo 5: De visita en Zhujiajiao


Una vez terminada la visita de la parte antigua de Shanghai, nuestro guía nos preguntó si preferíamos hacer el típico recorrido turístico en bote al atardecer para ver los edificios iluminados y atravesar la zona de construcciones europeas de la época del primer boom económico de la ciudad o, como opción B, ir con él a encontrarnos con la China tradicional visitando Zhujiajiao.

La decisión fue bastante fácil: se nos antojó mucho más la opción B pues ya habíamos pasado suficiente tiempo observando los rascacielos de la ciudad y construcciones europeas hemos visto muchísimas en el viejo continente. Así que, con un guía feliz por haberle hecho caso, nos dispusimos a viajar en auto una hora para arribar a Zhujiajiao.
Zhujiajiao es la “Aldea del Canal” más próxima a Shanghai, pues está situada a unos 50 kms... según Juan el nombre proviene del apellido Zhu y aún hay mucha gente en el lugar que lo porta. Se denominan Aldeas del Canal a las aldeas situadas en el Delta del río Yangtze, en el triángulo formado entre Shanghai, Suzhou y Hangzhou, que comparten una serie de características comunes:

  • Estar atravesadas por uno o varios canales
  • Haber conservado las construcciones originales a la orilla de los mismos
  • Mantener una población local todavía dedicada a las actividades tradicionales, fundamentalmente agrícolas
  • Contar con una larga historia, e importantes vestigios de la misma en su ciudad antigua
  • Haber manifestado su compromiso para conservar estas características          

La UNESCO otorgó a seis aldeas (Tongli, Luzhou, Zhuozhuang, Xitang, Wuzhen y Zhuhijiao) el distintivo común de Patrimonio de la Humanidad. Una onda como el título de “pueblo mágico” tan socorrido en México.

Al llegar dejamos el auto en un gran estacionamiento cerca del acceso. No teníamos idea de qué esperar y lo que encontramos fue realmente maravilloso: un pueblo perdido en el tiempo con un dejo veneciano por sus numerosos canales suministrados por varios afluentes fluviales y 36 puentes de piedra (20 de ellos aún en uso cotidiano) donde la transportación de gente y mercancía es por vía acuática.

Juan contrató un bote para llevarnos por el canal principal. La vista de los botes en fila, las lámparas rojas colgando de los balcones, la gente haciendo su vida cotidiana, fue memorable.


Después nos bajamos y en un divertido paseo a pie, pudimos disfrutar de una sucesión de tiendas, restaurantes, tradicionales casas de té donde se bebe acostado y también hay pipas de vapor (a falta de opio supongo), la mayoría con fachada restaurada de madera, y con grandes banderolas amarillas con la actividad a la que se dedican escrita en caracteres chinos, como era costumbre en la antigüedad.

Justo cuando arribamos a la sección de venta de comestibles me di cuenta de por qué nuestro guía se había puesto tan contento con nuestra decisión: como chef, ¡se dedicó a explicarnos los platillos y los usos y costumbres, amén de comprarse los ingredientes para su propia cena–algo así como un chamorro versión china! He de ser honesta y aclarar que ver cómo venden a los cangrejos de río vivos y atrapados en redes me dio una pena horrible… además, el sabor de las verduras en conserva “a la china” me escaldaron la lengua y mi cara hizo reír a carcajada batiente al guía.

En una de las tiendas no pude resistir la tentación de adquirir a un simpático mini dragón que bautizamos como Mushu en honor del personaje de la película Mulán de Disney.

Ya en nuestro recorrido hacia el auto para volver a Shanghai pasamos el Gran Puente Fangshen. Con sus 72 metros de largo y cinco arcos es el mayor de la zona de Shanghai y fue construido en 1571 con las limosnas recogidas en un templo cercano. Al pie del puente hay unos kioscos donde habitualmente la población local se relaja. Pero eso no es lo curioso del lugar: sobre el puente nos encontramos vendedoras que ofrecen pececillos para ser liberados en las aguas del canal, pues el nombre de este puente significa "Liberar animales cautivos". Esto es una actividad que según las creencias budistas otorga gran mérito al que la practica, aunque resulta francamente paradójico que para que algunos ganen ese mérito, otros tengan que perderlo pescando a los peces. ¡Los humanos somos en verdad contradictorios!

La visita fue genial y agradecí este encuentro con la China que hasta ese momento no habíamos experimentado. Antes de irnos sacamos fotos de un atardecer “de postal.”


A través de esta liga les comparto la galería de fotos de nuestra visita  

Siguiente capítulo: Tai chi y actitud zen

 

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