China 2012, Capítulo 2: Nihao Shanghai
Después de un largo, larguísimo viaje al fin aterrizamos en el Aeropuerto
Internacional de Pudong para visitar nuestra primera escala en China. Pero,
antes de hablar sobre Shanghai, aclararé que el nombre oficial del país es
República Popular China. Pero ¿de dónde viene la palabra “China”? Pues resulta
que el primer registro de este término data de 1516, en el diario del
explorador portugués Duarte Barbosa. Se cree que la palabra proviene del nombre
de la dinastía Qin (秦, Chin), que reinaba
por esas fechas. Sin embargo, el nombre común para el país en chino es Zhongguó
que significa “nación central”… ¡el ego humano, siempre presente!
Nihao |
Ahora sí, sobre Shanghai: es la ciudad más poblada de China –a finales
de 2013 el número de residentes se registró en 24.15 millones. Al llegar
pudimos constatar que los chinos son bastante eficientes en sus trámites migratorios.
Una cosa extraña que vimos son unos sensores que miden la temperatura de cada
visitante a fin de identificar si alguien tiene fiebre… supongo que es un tema
relacionado con la famosa gripe aviar que tantos estragos causó en Asia. Eso
sí, había un lindo letrero que gentilmente nos enseñó nuestro primer vocablo en
chino: Nihao (equivalente a nuestro “hola”).
Después de pasar migración, recolectamos nuestras maletas y nos
dirigimos a la salida para encontrarnos con el agente enviado por el operador
local de viajes. Una vez que lo encontramos, nos condujo hacia el auto en el
que iríamos a nuestro hotel. Hubiera preferido hacer el trayecto en el famoso
tren maglev pero desafortunadamente esa experiencia quedará pendiente para otro
viaje. Maglev es la abreviatura de "Levitación Magnética"; básicamente,
el tren es elevado por potentes imanes que proporcionan la propulsión y
elevación. Hay rieles para "orientar" el tren, pero el tren no tiene
ruedas que hagan contacto con los rieles, asimismo el tren se eleva y
"flota" en este campo magnético. La principal ventaja es que el tren
puede alcanzar velocidades muy altas, ya que está esencialmente
"volando" a baja altitud dentro del campo de los rieles. Es diferente
de los trenes comunes o los automóviles regulares, en que no tiene contacto
ninguno con la superficie que crea fricción y lo desacelera. El de Shanghai va
a una velocidad de 430 kilómetros por hora y hace 8 minutos del aeropuerto
internacional a la estación que se encuentra en el centro de la ciudad, a unos 30 kilómetros. El
viaje cuesta hoy en día unos USD 47 dólares. Si hubiera un tren como éste en México y hubiera una estación cerca de mi casa y otra cerca de la oficina, calculo que yo haría entre 3 y 4 minutos en mi ruta de 14 kilómetros (soñar no cuesta nada... el boleto sí sería caro).
Llegamos a nuestro hotel, nos registramos y nos fuimos directo a dormir
después de acordar con el agente que veríamos a nuestro guía local a la mañana
siguiente después del desayuno.
Yogur local |
Después de desayunar, e incluir el yogur local para prevenir que nos
cayera mal la comida, nos encontramos con nuestro guía quien se presentó como “Juan”.
Obviamente no se llamaba Juan; la verdad es que los chinos que tienen contacto
con visitantes tienen por costumbre elegir un nombre occidental que suene
parecido a su nombre original a fin de facilitarnos un poco la vida. En fin…
nuestro nuevo mejor amigo Juan nos platicó que él era chef y había vivido varios
años en Barcelona, pero ante la crisis económica europea tuvo que volver a casa
y tomar la chamba de guía de turistas. Para su buena suerte, aún hay pocos
guías que manejen algo de español (inclusive, de inglés) y esta habilidad le
generaba competitividad y le aseguraba un mejor ingreso. ¡Genial para él!
Abordamos el auto saludando al chofer con un utilísimo “Nihao” y un leve
movimiento de cabeza que fueron recompensados con gestos similares. Juan nos contó un poco sobre la historia de
Shanghai. Literalmente, su nombre significa “sobre el mar”. Se ubica en el
delta del Río Yangtsé, en la costa del mar oriental de China. La zona que hoy
ocupa tiene asentamientos humanos desde el siglo XII. La gente que vivía ahí se
dedicaba mayormente a la pesca y los textiles. Eso, hasta que en el siglo XIX
el tratado de Nankín firmado en 1842 la convirtió de repente en un puerto de
tráfico internacional. Desde entonces disfrutó de un enorme boom gracias a la
inversión extranjera, misma que dejó de recibir en 1937 tras la Batalla de
Shanghái al caer en manos de los japoneses. Esta ocupación duró hasta 1945.
Durante y después de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en punto de refugio
de miles de europeos. Con el triunfo de la Revolución China en 1949, muchos de
los empresarios extranjeros desplazaron sus negocios a Hong Kong.Juan nos dijo que dedicaríamos la mañana a conocer la parte nueva de la ciudad así que nos dirigimos hacia allá para visitar, entre otras cosas, el Jardín Yuyuan y el Shanghai World Financial Center.
Siguiente capítulo: Vértigo en el moderno Shanghai
Ese yogur local me parece un internacional "Activia" :P jijijiji!
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