viernes, julio 04, 2014

Viajamos para cambiar, no de lugar, sino de ideas. ~Hipólito Taine

India y Londres 2013: Algo para reflexionar


Para cerrar la primera narración de Crónicas Caseyanas, mi hermana me instó a escribir este epílogo. Confío que será como un “trou normand” o un sorbete que refrescará su paladar lector y les preparará para saborear el siguiente platillo del amplio menú que constituirá este blog de viajes.
Aquí van, pues, mis últimas reflexiones sobre la experiencia de 2013:

India

Definitivamente, no es para cualquiera. Hay que ahorrar mucho para asegurar que las expectativas de servicio y puntualidad se cumplan. La mejor época del año para ir es el otoño ya que no hace tanto calor y los monzones ya pasaron. India es un país desconcertante en el que los colores más brillantes, las especias más aromáticas, las miradas más hermosas están rodeados de basura, una gran gama de animales y vialidades caóticas.
Los indios son cálidos, hospitalarios y sinceros, de piel color olivo y grandes ojos… entre los más hermosos que he visto. Las mujeres visten con trajes tradicionales de colores vivos que inexplicablemente combinan y su caminar es elegante. Su herencia cultural y religiosa es milenaria y sus atracciones turísticas, extraordinarias. Sin embargo, para disfrutar de la visita hay que mantener una mente abierta, escucharles sin conceptos preconcebidos  y estar dispuesto a explorar una filosofía de vida que dicta un orden distinto de prioridades.
India es un país con 1.4 mil millones de habitantes donde el consumismo no impera, la recaudación fiscal es del 3% y se sufre una evidente falta de recursos para atacar la pobreza, el analfabetismo y el hambre. A nuestros ojos occidentales, en este país se vive en una pasividad que a todas luces aparenta conformismo y que, sin embargo, constituye una total aceptación de la temporalidad de las cosas.

Existe el convencimiento de que las circunstancias son un reflejo de las decisiones y acciones de vidas pasadas y, por tanto, son merecidas. No hay egoísmo ni envidia pues mejorarlas está en su control… claro que por mucho que trabajen en sí mismos en esta vida, no disfrutarán de los frutos de ese esfuerzo sino hasta la siguiente vuelta.

Su actuar lo impulsa incentivos que, si uno los analiza, son los realmente importantes: disfrutar tranquilamente de la comida (espléndida, por cierto) y de la convivencia; adherirse a rituales religiosos en honor a una multitud de manifestaciones divinas que marcan desde lo cotidiano hasta los acontecimientos más relevantes de la vida; comprometerse a confiar y a respetar la decisión de una familia que les busca un compañero(a) realmente compatible  y soñar con terminar los días siendo parte de un río sagrado.
Sólo puedo compartirles que fue un viaje transformador: ¡aún cierro los ojos y veo a mi tigre Sultán devolviéndome la mirada!

Les dejo la liga a la galería de fotos:
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Londres

Londres es, sin duda, mi ciudad favorita en el mundo, después del querido DF, por supuesto. Visité esta ciudad por vez primera a los 21 años como el destino inicial de mi  aventura europea inaugural. Habiendo estudiado mis últimos años escolares en un colegio británico, tenía un poco de miedo de que no resultara ser todo lo que había imaginado. Afortunadamente, caí rendida a sus pies… y sigo enamorándome cada vez que la visito.

Para mí tiene la combinación perfecta de lo histórico y lo moderno, lo innovador y lo tradicional, lo irreverente y lo conservador. En mi experiencia, los ingleses son amables y serviciales, amén de tener un humor irónico que disfruto enormemente. Bueno, ¡hasta su clima me hace sentir en casa!
Cuando le encuentras el modo al Tube, como turista lo amas. Es, por supuesto, una ciudad cara pero vale la pena pues su oferta turística es impresionante y hay para todos los gustos: parques, museos, tiendas, castillos y espectáculos.
 
He de decir que la cocina británica no es lo máximo pero se puede sobrevivir con sus platillos más decentes o de plano elegir comida oriental, que es maravillosa por la enorme cantidad de indios y pakistaníes que habitan en esta capital. Eso sí… el té, los postres, la cerveza y la sidra son imperdibles. Y si eso no fuera suficiente, el unicornio (mi criatura fantástica preferida) aparece en el escudo de armas de la monarquía.
 
Sólo puedo recomendarles visitar Londres lo antes posible… ¡ya siento nostalgia de haberla dejado!

Les dejo la liga a la galería de fotos:
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