China 2012, Capítulo 16: Comer estuvo en chino
Por la tarde, hicimos plan con Jane
para hacer un tour extra por la ciudad antes de ir al aeropuerto por la tarde
para dirigirnos a nuestro siguiente destino. A instancia de Jane, tomamos un
taxi desde el hotel para visitar el Parque del Pueblo en el mero centro Chengdu:
una experiencia verdaderamente china. El parque fue inaugurado en 1911; desde
entonces ha sido testigo de movimientos y guerras, convirtiéndose en un sitio
histórico y sufriendo diversas ampliaciones, renovaciones. Hoy en día contiene
un lago artificial, varios jardines, el Monumento al Movimiento Proteccionista
de las Vías Ferroviarias y la casa de té Heming.
Los habitantes de Chengdu son bastante
relajados. Acuden al parque a realizar muy diversas actividades: practican el
tai chi, toman litros y litros de té, tocan instrumentos locales, cantan
karaoke, bailan solos o en conjunto, pintan, esculpen y participan en largas
partidas de cartas o de mahjong: un juego de mesa que dicen inventó el mismísimo
Confucio. Digamos que es un parque por demás verátil y donde la diversidad se
puede palpar en el aire.
Como para estos chinos una “casa de té”
puede referirse a una tradicional en un lugar cerrado, hasta dos sillas
dispares y una mesa plegable en cualquier espacio disponible, nos animamos a vivir
la experiencia de tomar té en uno de los corredores del parque. El señor que
nos atendió no hablaba ni pizca de inglés así que nos trajo la carta para
turistas y después de tratar de explicarnos, simplemente tomó la decisión
ejecutiva de traernos lo que le vino en gana. Resultó ser una enorme tetera
para cada quien con infusión de jazmín (uno de los tés más tradicionales de
china). Lo gracioso fue cuando volvió con una requisición que nunca entendimos
hasta que por fin nos dimos cuenta de que quería que le pagáramos pues,
imagino, están a las vivas para que la gente no simplemente se levante y los
deje con la cuenta. Eso fue un ensayo para lo que nos sucedería el resto del
tiempo en la ciudad en el que tratamos de ser auto-suficientes al pedir algo
para comer…
Salimos del parque y nos fuimos
caminando hacia el hotel. Recorrimos buena parte de la avenida principal y
llegamos a una gran plaza muy modernista y bastante atractiva. Más tarde nos
encontramos con Jane quien nos llevó al teatro a ver una Ópera de Sichuan que
incluyó el arte de Bian Lian o cambio de máscaras. Esta suerte es todo un
espectáculo donde los artistas utilizan trajes coloridos con máscaras que van
cambiando en movimientos tan rápidos que son imperceptibles y realmente
dramáticos… ¡sorprendente y muy entretenido!
Al día siguiente, después de hacer
maletas y el checkout, nos lanzamos a comer en un restaurante de cocina tipo “hot
pot” (como un fondue bourgignon a la china). Al llegar simplemente les dimos la
hoja de instrucciones que Jane nos había preparado. Fue muy divertido ver cómo los
meseros leían con interés y nos iban trayendo la comida que, afortunadamente no
incluía lenguas de pato, cabezas de conejo y demás que sí estaban listadas en
el menú. Por cierto hasta las porciones gringas se veían cortas… pareciera que
un ejército y no solo dos personas éramos comensales. Déjenme decirles que
comer tallarines con palillos no es una habilidad que yo tenga…
Después de la extraña comida, volvimos
al hotel a recoger nuestro equipaje y encontrarnos con Jane y el querido chofer
para hacer nuestro último tour. Hicimos una visita maravillosa a la maravillosa
calle peatonal Jinli. A pesar de ser muy turística, bien vale la pena darse un
paseo para ver los canales, la vegetación, los molinos de agua, las
tradicionales casas de té, escuchar los instrumentos antiguos, las artesanías y
observar (no probar) las comidas rápidas típicas –Jane confesó ser fan de las
cabezas de conejo en salsa… yo sólo sonreí. Lo que nunca había visto es gente
pagar porque le limpien los oídos… no sé qué decir al respecto.
Luego de Jinli, nos llevaron al Museo y
Exhibición de los Telares de Seda. Fue increíble ver un telar antiquísimos
siendo utilizado por un equipo de un chico que definía los patrones y una chica
que armaba los colores. Impresionante la muestra de la destreza en el uso de
estas técnicas y los resultados ¡invaluables!
Aquí les comparto fotos del día
Siguiente capítulo: Sí, ajá… en Guilin
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