Londres 2013, Capítulo 10: Adiós a la Reina
Palacio de Buckingham |
Para disfrutar de nuestro último medio día en
Londres, nos levantamos temprano y dejamos las maletas listas antes de bajar a
desayunar con Viviana en el restaurante del hotel. Después de intercambiar las
últimas impresiones del viaje y disfrutar de un delicioso y muy llenador
English Breakfast, nos despedimos con un ¡hasta la próxima! para volver a la
habitación por las maletas que dejaríamos encargadas con el concierge hasta la
hora en que nos recogería el servicio de transporte contratado para llevarnos
al aeropuerto de Heathrow a tiempo para tomar nuestro avión de regreso a
México.
Estandarte de la reina |
Desfile |
Cuál fue nuestra sorpresa al encontrarnos con banderas inglesas y de Corea del Sur, amén del estandarte ondeando indicando la presencia de la Reina y un largo desfile de soldados británicos tanto de a pie como de caballería, muy elegantes con sus uniformes grises de invierno. Resulta ser que Isabel II estaba a punto de acudir a recibir al primer ministro de ese país quien iniciaba su visita de estado.
Por supuesto, fue todo un espectáculo ver el desfile, un montón de policías londinenses y la banda de música, amén de ubicar a uno de los soldados que se diferenciaba por llevar un turbante sikh, demostrando lo incluyente que es este país y recordándonos nuestra visita a India.
Pero eso no fue todo… el mayor acontecimiento fue poder decirle adiós a la Reina en persona quien, para nuestra suerte, tuvo la genial idea de salir en su Bentley justo frente a nosotros… aquí les comparto el video:
Una vez que nos recuperamos de la emoción, nos encaminamos a buscar Spencer House: la casa del Conde de Spencer, título nobiliario que hoy en día tiene Charles, hermano de Lady Di.
Aún escuchando los 21 cañonazos de bienvenida al
primer ministro visitante, recorrimos algunas calles hasta encontrarnos frente
al portón de una mansión custodiada por dos hombres, uno de los cuales según mi
hermana podría ser hermano de Hugh Grant. Nos acercamos a preguntar por Spencer
House y muy amablemente, con el típico acento y humor inglés, el símil de Hugh
nos dijo que la buena noticia es que ya la habíamos encontrado (era por
supuesto la mansión que teníamos enfrente) y la mala es que no podíamos
visitarla pues había un evento privado… acto seguido nos dio un bonito panfleto
para que en nuestra próxima visita a Londres intentáramos verla. Luego de que
para mi pena ajena mi hermana preguntara si podría acceder al baño, gentilmente
rehusaron y nos sugirieron tratar en el lujoso hotel a una cuadra de la
mansión. Por supuesto, no hicimos eso sino que optamos por ir a las facilidades
públicas de la estación del Tube de Green Park que también quedan bastante
cerca.
Una vez tachado ese pendiente, nos dirigimos a la
emblemática calle de Picadilly, hogar de la plaza de Picadilly con su estatua
de Eros -yo siempre he dicho que Times Square en la ciudad de Nueva York es una
vana imitación de esta plaza.
Recorriendo esta famosa calle comercial de Londres,
nos encontramos con la tienda departamental de nombre Fortnum & Mason reconocida
internacionalmente por sus productos de alta calidad, entre ellos una inmensa
variedad de tés e infusiones, y por ser un símbolo del Reino Unido que ha sido
proveedor real durante los últimos 150 años.
Como nos fascinaron sus vitrinas navideñas, nos animamos a entrar y en verdad que no nos arrepentimos. Siempre digo que hay que volver a Londres una y otra vez… jamás hemos dejado de descubrir lugares nuevos.
Fortnum & Mason |
Como nos fascinaron sus vitrinas navideñas, nos animamos a entrar y en verdad que no nos arrepentimos. Siempre digo que hay que volver a Londres una y otra vez… jamás hemos dejado de descubrir lugares nuevos.
Recorrimos la tienda e hicimos algunas pequeñas
compras tales como una mezcla para hacer vino con especias, una caja de las
famosas galletas inglesas y unos maravillosos chocolates con menta. Nos
decidimos a probar su restaurante y la comida estaba buenísima.
Ya con el estómago lleno, nos decidimos a volver al
hotel pues ya teníamos cansancio acumulado. Una vez ahí, pedimos nuestras
maletas para acomodar las últimas adquisiciones. Dado que aún faltaba un rato
para que pasaran por nosotros, mi hermana decidió irse a despedir de su parque
favorito así que me dejó en la recepción con todas las maletas lo cual agradecí
pues ¡ya no aguantaba los pies!
Volvió justo a tiempo para sentarse a descansar unos
momentos. Y, como última anécdota, les cuento que “al mejor cazador se le va la
liebre”… con toda la experiencia que tenemos como viajeras del mundo estuvimos
a punto de sufrir las consecuencias del siempre peligroso “asumir”.
Resulta que justo a la hora fijada para que el
servicio de transporte al aeropuerto nos pasara a recoger, llegó un taxi negro
con un elegante chofer y preguntó por sus pasajeros que se dirigían a Heathrow.
Por supuesto, nos pusimos el saco, alzamos la mano, subimos las maletas y
emprendimos el camino.
Íbamos a unas cuantas cuadras cuando sonó su
teléfono y comenzó la discusión. Resulta que sus pasajeros estaban en el Lobby
del hotel y ¡nuestro chofer acababa de llegar! Lo bueno es que el del taxi
negro era hindú y estaba muy contento de que hubiéramos visitado su país así
que se vio súper buena onda y nos regresó al hotel.
El atardecer del adiós |
Nuestro chofer asignado, que por cómo hablaba tanto
inglés como español debió haber sido portugués, regañó al otro por no
asegurarse que tenía a los pasajeros correctos; después, nos regañó a nosotras –con
sobrada razón- por no haber verificado que estábamos abordando el auto contratado
y nos reveló que habíamos tenido muchísima suerte pues en otras circunstancias
hubiéramos tenido que pagar 90 libras esterlinas extras pues él habría
reportado el no-show y el otro chofer habría cobrado el viaje a Heathrow.
Sinceramente, yo simplemente suspiré y di las gracias a mi ángel de la guarda
que siempre saca la casta…
Llegamos a Heathrow con el maravilloso espectáculo
del frío atardecer que marcó el final de
este maravilloso viaje, ya listas para volver a casa a soñar con la siguiente
aventura…
Próximo capítulo: Últimas reflexiones