sábado, junio 28, 2014

Declaro ante vosotros que mi vida entera, ya sea larga o corta, será dedicada a vuestro servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial a la cual pertenecemos todos. ~Isabel II

Londres 2013, Capítulo 10: Adiós a la Reina

Palacio de Buckingham
Para disfrutar de nuestro último medio día en Londres, nos levantamos temprano y dejamos las maletas listas antes de bajar a desayunar con Viviana en el restaurante del hotel. Después de intercambiar las últimas impresiones del viaje y disfrutar de un delicioso y muy llenador English Breakfast, nos despedimos con un ¡hasta la próxima! para volver a la habitación por las maletas que dejaríamos encargadas con el concierge hasta la hora en que nos recogería el servicio de transporte contratado para llevarnos al aeropuerto de Heathrow a tiempo para tomar nuestro avión de regreso a México.
Estandarte de la reina
Ya listas para caminar un buen rato y dado el típico chipi chipi londinense tuvimos que comprarnos nuestros paraguas de la bandera inglesa (mejor conocida como Union Jack) y nos dirigimos al Palacio de Buckingham, residencia y despacho oficial de la monarquía británica.
Desfile

Cuál fue nuestra sorpresa al encontrarnos con banderas inglesas y de Corea del Sur, amén del estandarte ondeando indicando la presencia de la Reina y un largo desfile de soldados británicos tanto de a pie como de caballería, muy elegantes con sus uniformes grises de invierno. Resulta ser que Isabel II estaba a punto de acudir a recibir al primer ministro de ese país quien iniciaba su visita de estado.  



Por supuesto, fue todo un espectáculo ver el desfile,  un montón de policías londinenses y la banda de música, amén de ubicar a uno de los soldados que se diferenciaba por llevar un turbante sikh, demostrando lo incluyente que es este país y recordándonos nuestra visita a India.

Pero eso no fue todo… el mayor acontecimiento fue poder decirle adiós a la Reina en persona quien, para nuestra suerte, tuvo la genial idea de salir en su Bentley justo frente a nosotros… aquí les comparto el video:

Una vez que nos recuperamos de la emoción, nos encaminamos a buscar Spencer House: la casa del Conde de Spencer, título nobiliario que hoy en día tiene Charles, hermano de Lady Di.

Aún escuchando los 21 cañonazos de bienvenida al primer ministro visitante, recorrimos algunas calles hasta encontrarnos frente al portón de una mansión custodiada por dos hombres, uno de los cuales según mi hermana podría ser hermano de Hugh Grant. Nos acercamos a preguntar por Spencer House y muy amablemente, con el típico acento y humor inglés, el símil de Hugh nos dijo que la buena noticia es que ya la habíamos encontrado (era por supuesto la mansión que teníamos enfrente) y la mala es que no podíamos visitarla pues había un evento privado… acto seguido nos dio un bonito panfleto para que en nuestra próxima visita a Londres intentáramos verla. Luego de que para mi pena ajena mi hermana preguntara si podría acceder al baño, gentilmente rehusaron y nos sugirieron tratar en el lujoso hotel a una cuadra de la mansión. Por supuesto, no hicimos eso sino que optamos por ir a las facilidades públicas de la estación del Tube de Green Park que también quedan bastante cerca.
Una vez tachado ese pendiente, nos dirigimos a la emblemática calle de Picadilly, hogar de la plaza de Picadilly con su estatua de Eros -yo siempre he dicho que Times Square en la ciudad de Nueva York es una vana imitación de esta plaza.
Recorriendo esta famosa calle comercial de Londres, nos encontramos con la tienda departamental de nombre Fortnum & Mason reconocida internacionalmente por sus productos de alta calidad, entre ellos una inmensa variedad de tés e infusiones, y por ser un símbolo del Reino Unido que ha sido proveedor real durante los últimos 150 años. 
Fortnum & Mason

Como nos fascinaron sus vitrinas navideñas, nos animamos a entrar y en verdad que no nos arrepentimos. Siempre digo que hay que volver a Londres una y otra vez… jamás hemos dejado de descubrir lugares nuevos.

Recorrimos la tienda e hicimos algunas pequeñas compras tales como una mezcla para hacer vino con especias, una caja de las famosas galletas inglesas y unos maravillosos chocolates con menta. Nos decidimos a probar su restaurante y la comida estaba buenísima.
Ya con el estómago lleno, nos decidimos a volver al hotel pues ya teníamos cansancio acumulado. Una vez ahí, pedimos nuestras maletas para acomodar las últimas adquisiciones. Dado que aún faltaba un rato para que pasaran por nosotros, mi hermana decidió irse a despedir de su parque favorito así que me dejó en la recepción con todas las maletas lo cual agradecí pues ¡ya no aguantaba los pies!
Volvió justo a tiempo para sentarse a descansar unos momentos. Y, como última anécdota, les cuento que “al mejor cazador se le va la liebre”… con toda la experiencia que tenemos como viajeras del mundo estuvimos a punto de sufrir las consecuencias del siempre peligroso  “asumir”.
Resulta que justo a la hora fijada para que el servicio de transporte al aeropuerto nos pasara a recoger, llegó un taxi negro con un elegante chofer y preguntó por sus pasajeros que se dirigían a Heathrow. Por supuesto, nos pusimos el saco, alzamos la mano, subimos las maletas y emprendimos el camino.
Íbamos a unas cuantas cuadras cuando sonó su teléfono y comenzó la discusión. Resulta que sus pasajeros estaban en el Lobby del hotel y ¡nuestro chofer acababa de llegar! Lo bueno es que el del taxi negro era hindú y estaba muy contento de que hubiéramos visitado su país así que se vio súper buena onda y nos regresó al hotel.
El atardecer del adiós
Nuestro chofer asignado, que por cómo hablaba tanto inglés como español debió haber sido portugués, regañó al otro por no asegurarse que tenía a los pasajeros correctos; después, nos regañó a nosotras –con sobrada razón- por no haber verificado que estábamos abordando el auto contratado y nos reveló que habíamos tenido muchísima suerte pues en otras circunstancias hubiéramos tenido que pagar 90 libras esterlinas extras pues él habría reportado el no-show y el otro chofer habría cobrado el viaje a Heathrow. Sinceramente, yo simplemente suspiré y di las gracias a mi ángel de la guarda que siempre saca la casta…  
Llegamos a Heathrow con el maravilloso espectáculo del frío  atardecer que marcó el final de este maravilloso viaje, ya listas para volver a casa a soñar con la siguiente aventura…
Próximo capítulo: Últimas reflexiones

domingo, junio 22, 2014

El mundo entero es un teatro. ~William Shakespeare

Londres 2013, Capítulo 9: El West End

 
El término “West End” se refiere al área urbana de Londres incluida en la ciudad de Westminster (uno de los 32 distritos de la ciudad), y parcialmente en el barrio de Camden. El uso del término comenzó a principios del siglo XIX para describir áreas de moda al oeste de la avenida Charing Cross, famosa por sus maravillosas librerías.
 
Teatro Dominion, casa de la producción de We will rock you
La tradición del teatro es intrínseca a la cultura británica. Cabe mencionar que en el Reino Unido no existe censura por lo que puedes encontrar una extensa variedad de temas y tratamiento de los mismos. El primer escenario público de Londres, conocido simplemente como “The Theatre”, fue construido en 1576.
Hoy en día “West End” es un término popular que se refiere al teatro profesional representado en los 45 maravillosos escenarios del "Theatreland" que engloba este barrio. Junto con Broadway en Nueva York -que por cierto sólo incluye 19 escenarios,- suele considerarse como el máximo nivel del teatro comercial en el mundo de habla inglesa. Por tanto, protagonizar una producción en lugares como el Dominion, Adelphi, Old Vic, Apollo, Her Majesty’s, entre otros es un hito en la carrera de cualquier actor. ¡Lo que yo daría por ver a actores de la talla de Helen Mirren o Benedict Cumberbatch en vivo! 
Por supuesto, el West End atrae una cantidad muy significativa de turismo. En 2007, la cantidad total de boletos vendidos superó los 13 millones con lo cual se estableció una nueva marca. Los precios de los boletos pueden variar desde 150 hasta 15 libras esterlinas dependiendo de la ubicación de los lugares (estos teatros tienen capacidad desde 250 hasta 2,000 butacas), el día de la semana de la función y, por supuesto, de las críticas recibidas.  Si compras boletos muy lejos del escenario, los teatros grandes cuentan con binoculares que puedes rentar directamente en tu asiento con unas cuantas monedas.
Por supuesto, hay que mencionar al multi-premiado Andrew Lloyd Webber como uno de los exponentes británicos más exitosos que como compositor y empresario ha contribuido enormemente al teatro musical no solo en el Reino Unido sino en el mundo entero con obras originales que han sido traducidas y adaptadas en muchos países y que, inclusive, han sido llevadas al cine. ¿Quién puede decir que nunca ha disfrutado de la música de las icónicas Jesucristo Superestrella, Evita, Cats, José El Soñador o El Fantasma de la Ópera por mencionar algunas?
Viv "rockeando" en la entrada del teatro
Escenario del Dominion Theatre
Y bueno, con esa introducción confío en que apoyarán nuestra decisión de festejar el cumple de Viviana en Londres poniéndole “palomita” a esta nueva experiencia para ella en su primera visita. Así pues, el día anterior ella había elegido ver “We will rock you”, el musical compuesto por Queen y Ben Elton en el Dominion Theatre así que ya habíamos acudido a la taquilla del teatro para adquirir boletos a un decentísimo precio de 50 libras esterlinas que, tomando el tipo de cambio promedio nada más para que se den una idea, fueron unos 1,105 pesos mexicanos. Es decir, un poco más caro que en México por boletos un poco más lejanos al escenario. Irónicamente, este musical visitó el Auditorio Nacional en México, DF a principios del 2014… ojalá que algunos de ustedes hayan tenido oportunidad de verla.

De regreso ya en Londres después de nuestra memorable visita a Greenwich, quedamos de vernos con ella y Guillermo frente al teatro Dominion que, muy convenientemente, está ubicado justo frente a la estación del Tube Tottenham Court Road para ir a cenar y luego acudir a la función. Nos decantamos por cenar en un restaurante justo al lado del teatro donde disfruté mis últimos fish and chips y sidra inglesa de este viaje.
 
Al terminar, nos dirigimos a ocupar nuestras localidades en el teatro para disfrutar de este simpático musical. A mí me encantó: la música es espectacular; las voces y las coreografías están muy bien ejecutadas, amén de que la trama es muy divertida y está llena de chispazos de humor británico.
Al final de la obra, nos dirigimos al Tube para volver a nuestros respectivos hoteles, despidiéndonos de Guillermo muy “a la inglesa” en un vagón de metro. Al día siguiente desayunaríamos con Viviana para cerrar el telón de este viaje y decirnos adiós, pero sólo hasta el siguiente encuentro...

Próximo capítulo: Adiós a la Reina

domingo, junio 15, 2014

La superstición es a la religión lo que la astrología es a la astronomía, la hija loca de una madre cuerda. ~Voltaire

Londres 2013, Capítulo 8: El Meridiano de Greenwich


Después de visitar el Cutty Sark, nos dispusimos a adentrarnos al barrio de Greenwich situado en la ribera sur del río Támesis. Desde 1997, su centro histórico es el sitio del patrimonio mundial de la Unesco que incluye entre sus atracciones más relevantes el Antiguo Colegio Real Naval (ahora la Universidad de Greenwich), el Cutty Sark, el Museo Martítimo  Nacional, y el Observatorio situado en el Parque Real de Greenwich.
Vista de Greenwich desde el Observatorio Real
El barrio es lindo y muy turístico; sus habitantes, de lo más cordiales. Pasamos por un pintoresco mercado desafortunadamente cerrado y por parte del parque que, como todos los parques ingleses, es hermoso y tranquilo.
Después de pedir instrucciones a un amable transeúnte, arribamos al camino correcto para llega al Observatorio Real cuya construcción fue comisionada el 1675 por el rey Carlos II de Inglaterra (el marido de la princesa del té, ¿recuerdan?)  La subida, aunque un tanto empinada, no fue difícil y al fin nos encontramos en la entrada de nuestro destino principal. Después de leer la placa conmemorativa y medirnos el pie en el muestrario de las medidas del sistema inglés, nos dirigimos a la taquilla para averiguar qué tanto había qué hacer. 
Como imaginé, hay suficientes sitios de interés como para entretenerse unas cuantas horas, así que nos dimos a la tarea de, en primer lugar, asistir a la función del planetario. Llegamos al edificio un poco antes de la hora establecida así que pudimos disfrutar de una exhibición de fotografías amateurs del espacio  ganadoras de un concurso patrocinado por el Observatorio Real. Verdaderamente, cada una más maravillosa que la anterior. Después ingresamos al planetario para disfrutar una media hora de ver las estrellas y, en este caso, conocer un poco más de cerca a nuestros planetas vecinos. Fue realmente genial escuchar a los niños responder a las preguntas del encargado con el entusiasmo de sus pocos años de vida… 
Complejo del Observatorio Real
Habiendo puesto “palomita” a esa actividad, nos dirigimos a las salas de exhibición el Observatorio donde realmente pude comprender la enorme influencia del Imperio Británico en la astronomía y la medición del tiempo en favor de su interés principal: la navegación. De ahí que Carlos II creara el cargo de "astrónomo real", director del observatorio que se debería dedicarse a la "diligencia y cuidado más exacto con la rectificación de las tablas de los movimientos del cielo y los lugares de las estrellas fijas para encontrar la muy deseada longitud de los lugares para perfeccionar el arte de la navegación". Por supuesto, este cargo aún es vigente.
Después de recorrer salas llenas de explicaciones sobre herramientas y artefactos de navegación, de astronomía y relojería, entre los cuales, los cronómetros H1 al H4 John Harrison, y la casa del astrónomo real, llegamos al marcador del famosísimo Meridiano de Greenwich. 
El meridiano de Greenwich, también conocido como meridiano cero, meridiano base o primer meridiano, es el meridiano a partir del cual se miden las longitudes. Se corresponde con la circunferencia imaginaria que une los polos y recibe su nombre por pasar por la localidad inglesa de Greenwich (obvio, ¿no?)
El meridiano fue adoptado como referencia en una conferencia internacional celebrada en 1884 en Washington, auspiciada por el presidente de los Estados Unidos, a la que asistieron delegados de 25 países. En dicha conferencia se adoptaron los siguientes acuerdos:
  1. Es deseable adoptar un único meridiano de referencia que reemplace los numerosos existentes.
  2. El meridiano que atraviesa el Observatorio de Greenwich será el meridiano inicial.
  3. Las longitudes alrededor del globo al este y oeste se tomarán hasta los 180° desde el meridiano inicial.
  4. Todos los países adoptarán el día universal.
  5. El día universal comienza a medianoche (hora solar) en Greenwich y tendrá una duración de 24 horas (véase línea internacional de cambio de fecha).
  6. Los días náuticos y astronómicos comenzarán también a medianoche. 
  7. Se promoverán todos los estudios técnicos para la regulación y difusión de la aplicación del Sistema Métrico Decimal a la división del tiempo y el espacio.
 
Marcador del Primer Meridiano

Un huso horario se extiende sobre 15 grados de longitud (porque 360 grados corresponden a 24 horas y 360/24 = 15). La línea opuesta al meridiano de Greenwich, es decir, la semicircunferencia que completa una vuelta al Mundo, corresponde a la línea internacional de cambio de fecha, que atraviesa el océano Pacífico. Por razones prácticas –no tener varios husos horarios en algunos archipiélagos– se ha adaptado esta línea a la geografía (ya no es recta en la superficie del globo), al igual que otras que limitan husos horarios, por lo que no coinciden con los meridianos.

Muy simple: al este de Greenwich es más tarde y al oeste es más temprano. Así las cosas de cómo los metódicos ingleses nos metieron a todos en cintura por lo menos en cuanto al horario… ¡que ya es decir bastante!
Siguiente capítulo: El West End


sábado, junio 14, 2014

Para aprender a rezar no hay como viajar por mar. ~Proverbio inglés

Londres 2013, Capítulo 7: Cutty Sark


En nuestro tercer día en Londres nos dirigimos hacia Greenwich a fin de aprovechar el tiempo en uno de los lugares que yo siempre había querido visitar. Después de un largo viaje en el Tube y de hacer conexión en la red de trenes ligeros que recorre las afueras de la ciudad, nos encontramos con el Barco-Museo Cutty Sark. Seguramente les sonará bastante el nombre dado que fue la inspiración para la reconocida marca de whiskey… si se fijan en la etiqueta de la botella, encontrarán al barco clipper que es el protagonista de la primera escala del día.



Cutty Sark
Este famoso clipper debe su nombre a un personaje de ficción: una bruja danzarina de un poema cómico de Robert Burns publicado en 1791. De hecho, por eso su mascarón de proa -figura decorativa generalmente tallada en madera y ornamentada o pintada que llevaban entre los siglos XVI al XIX los buques en la parte alta el doble objeto de decorar y servir como identificación a una sociedad marinera- es una mujer. El barco, diseñado y construido en 1869 en Escocia, fue botado el 23 de noviembre de ese mismo año.

El Cutty Sark comenzó su aventurada vida en altamar gracias al comercio de té que en aquella época era muy activo en las líneas entre China y Londres. Este comercio generaba grandes beneficios si se llegaba a Gran Bretaña con el primer té de la temporada. En la carrera del té de 1872 contra el clipper Thermopylae ambos buques abandonaron Shangai juntos el 18 de junio. Desafortunadamente, el Cutty Sark sufrió una avería en el timón que le hizo arribar a Londres el 18 de octubre, una semana después que el Thermopylae. A pesar de que había perdido la carrera, se hizo famoso porque su capitán prefirió continuar el viaje con un timón improvisado antes que detenerse en un puerto para efectuar las reparaciones. 


Mascarones de proa

A finales del siglo XIX los clipper fueron sustituidos por los más fiables barcos de vapor en la carrera del té. El Cutty Sark fue destinado entonces al comercio de lana con Australia y consiguió transportar cargas de lana en sólo 67 días. En 1895 el Cutty Sark fue vendido a la naviera portuguesa Ferreira; en 1916 fue reconvertido en goleta en el puerto de Ciudad del Cabo (Sudáfrica). En 1922 el capitán inglés Wilfred Dowman compró el buque, lo devolvió a su aspecto original y destinó la embarcación como buque de entrenamiento. En 1954 fue llevado a Greenwich donde ahora está expuesto al público como barco-museo.

Visitarlo fue muy divertido pues los ingleses se las ingenian siempre para dar un toque de entretenimiento y enseñanza. Por ejemplo, aprendí que quien puso de moda tomar té en ese país fue la princesa portuguesa Catalina de Braganza después de casarse con el Rey Carlos II de Inglaterra. Y vaya que influyó pues hasta la fecha sigue siendo la bebida más vinculada a la cultura británica.

El barco está totalmente restaurado y se puede visitar en su totalidad. Se pueden ver los camerinos de los oficiales y de los marinos, el timón, el área de carga donde estibaban la mercancía… y todo eso guiado por breves videos y carteles que resumen perfectamente lo que es la vida en el mar. Asimismo, pudimos entretenernos con una exhibición de mascarones de proa de distintos barcos e inclusive tomar un almuerzo ligero en la cafetería del museo. Esta breve visita definitivamente nos preparó para la segunda escala en Greenwich: el Observatorio Real.


Siguiente capítulo: El Meridiano de Greenwich