miércoles, diciembre 31, 2014

Nada falta en los funerales de los ricos, salvo alguien que sienta su muerte. ~Proverbio chino


China 2012, Capítulo 13: Xi’an y sus legendarios guerreros de terracota


No hay nada qué contar sobre la llegada a Xi’an pues ya era tarde y lo único que hicimos fue registrarnos en el hotel y descansar. Sin embargo, la visita que hicimos al día siguiente fue realmente memorable.

Cabe mencionar que Xi’an, capital de la Provincia de Shaanxi de China Noroeste, está ubicada en una región habitada desde hace más de medio millón de años. La ciudad actual fue construida durante la dinastía Ming; sin embargo, se hizo mundialmente famosa desde el descubrimiento casual de los guerreros de terracota en 1974, convirtiéndose en uno de los principales destinos turísticos de China.

Nuestro día comenzó con la llegada de Dave, el guía local, que nos acompañaría en el recorrido. La primera parada fue en el centro de Xi’an para visitar la Gran Mezquita ubicada en el distrito musulmán de la minoría hui. Y cuando la califican con el adjetivo “gran” no solo se refieren a su importancia histórica (data del año 742 D.C) sino a su tamaño, pues ocupa un área de 12,000 metros cuadrados.

Después de la advertencia de Dave de cuidar nuestras pertenencias pues el corredor de entrada cruza el barrio árabe por lo que hay mucha gente en el bazar y no toda tiene las mejores intenciones, llegamos a la entrada (afortunadamente era temprano y la multitud no había aparecido aún). Habiendo visitado mezquitas en otras latitudes, puedo decir que lo que hace a ésta distinta es la mezcla de detalles árabes –algunos inspirados en la Mezquita de Córdoba en España- con relieves de dragones chinos y otros adornos orientales que sin lugar a dudas la hacen única ya que muestran su consenso con la política religiosa china. La visita fue interesante… la salida ya con la capacidad en pleno lo fue más.


Sanos y salvos abordamos el auto para dirigirnos al Mausoleo de Qin Shi Huang a 36 kilómetros de Xi’an, a fin de ver de cerquita a los famosos guerreros de terracota. De camino, Dave nos mostró a lo lejos algunos puntos interesantes como la muralla de la ciudad. Lo que sí notamos es que Xi’an es una ciudad muy contaminada (más incluso que Beijing), con muchas construcciones en proceso. Dave nos contó que la industria automotriz está muy concentrada ahí y es la causa de este hecho. Prometí no volverme a quejar del cielo grisáceo del Distrito Federal.

Al llegar, estacionamos el auto y nos formamos en medio de una persistente lluvia para tomar un transporte que nos llevaría desde la entrada hasta el hangar que hoy cubre las figuras de terracota del ejército que fue enterrado para cuidar del emperador tras su muerte.

El gran mausoleo es el lugar para el descanso eterno del emperador Ying Zheng (Shighuangdi) de la Dinastía Qin, quien unificó China por primera vez en su turbulenta historia. Este emperador fue el más influyente de los 300 que gobernaron las dinastías reales a lo largo de la historia china pues estableció el primer imperio feudal de China.
Fue coronado a la edad de 13 años; veinticinco años después unificó China. Creía en y promovió el equilibrio y el orden en todo su imperio. Su política monetaria incluyó la abolición de las monedas de los estados derrotados, y el establecimiento de la moneda Qin como la divisa principal del país. Luego, introdujo la escritura oficial de Qin a lo largo de China, y así se unificó el idioma chino escrito. También estandarizó los pesos y medidas.

Además de por su gran y sangrienta conquista militar de unificación, fue conocido por otros proyectos importantes: la pavimentación de las carreteras rectas que cruzaban el país, la edificación de la Gran Muralla en 10 años, la excavación de numerosos canales para unir el sistema de agua; la pavimentación  de un camino a Mongolia; la creación de una gran carretera del sur. Dirigió las campañas militares contra los Hunos, y pobló las unidades administrativas recientemente creadas con los convictos y esclavos de otras áreas de China. Como una de sus reformas Shihuangdi abolió la aristocracia. El nuevo Emperador creía en la meritocracia: las habilidades personales que hacen que alguien sea un líder, no en los títulos hereditarios.

Al parecer, también estaba interesado en la alquimia. Buscaba la manera de tener una larga y saludable vida, o mejor aún, alcanzar la inmortalidad. Envió expediciones marítimas para encontrar en el extranjero el secreto de la inmortalidad; inclusive, existe la leyenda de que era dueño de un espejo que, al estilo rayos X, servía para identificar enfermedades por medio de la luminosidad. Irónicamente, Shihuangdi ordenó la temprana construcción de su tumba durante su reinado y no se equivocó al hacerlo pues tenía sólo cincuenta años cuando falleció de una enfermedad súbita en el 210 a.C.

La construcción de la gran tumba inició en el año 247 a.C. El Mausoleo ocupa aproximadamente unos 56.25 kilómetros cuadrados. Los archivos históricos señalan que les tomó a 700,000 personas 36 años para construir la lujosa tumba subterránea. Tesoros exóticos provenientes de todo el país y mujeres (las concubinas) fueron enterrados junto con el emperador. El Mausoleo era una muy elaborada construcción, con joyas en el techo que representaban las constelaciones. Se usó mercurio para crear imitaciones del Río Amarillo y el Yangtze, lagos y mares, armándolo de tal manera que ellos parecían fluir. Aquellos que construyeron la tumba subterránea fueron ejecutados o tapiados dentro del Mausoleo, para que no divulgaran historias sobre el oro, gemas, y secretos.

Lo que hoy como turistas podemos admirar es la punta del iceberg: un conjunto de más de 8,000 figuras de guerreros y caballos de terracota a tamaño real, que fueron enterradas cerca del autoproclamado primer emperador de China para, en teoría, seguir a sus órdenes a pesar de su muerte. Fueron descubiertas durante unas obras para el abastecimiento de agua, en marzo de 1974 (lo que me hace recordar los hallazgos que siempre hay cuando alguien excava en las ciudades como México, Atenas, Londres, Roma, París, Estambul, etc.)

El ejército de terracota fue enterrado en formación de batalla en tres fosos, un kilómetro y medio al este de la tumba del Emperador. Los tres fosos tienen entre 4 y 8 metros de profundidad. Han sido excavados y se ha construido un hangar en las ruinas, llamado Museo del Ejército de Guerreros.

El primer foso fue descubierto en 1974. Tiene una superficie de 200 metros por 60 y contiene más de 7,500 guerreros, algunos de ellos aún por desenterrar. Las figuras son a tamaño natural: miden 1,80 metros de altura y están equipados con armaduras fabricadas también con terracota.

Verlos de cerca es realmente impresionante. Cada una de las figuras tiene rasgos y características diferentes: bigotes, peinados, jóvenes, viejos, rasgos de etnias distintas. Los uniformes reflejan también los rangos militares a los que pertenecen. Cada soldado llevaba un arma: arcos, lanzas, espadas, etc.; desafortunadamente, tras la caída de la dinastía Qin, los campesinos saquearon la tumba y robaron estas armas. Las figuras son de colores vivos y brillantes, pero como el color se pierde apenas a las cinco horas de exposición al aire debido a la oxidación, ya no se están excavando nuevos guerreros hasta encontrar una técnica que permita preservar el color original.

La segunda fosa contiene 69 figuras; es conocida como “la fosa de los generales” y representa al estado mayor del ejército. También son visibles las figuras de cuatro caballos. La última fosa contiene unos 1.000 guerreros, muchos de ellos sin restaurar.

En el Museo de Sitio pudimos disfrutar de varias piezas más, entre ellas, armas y dos carros de bronce pintados. Cada uno de estos carros está formado por más de 3,000 piezas y los cuatro caballos de cada carro están guiados por un conductor imperial. Según algunos estudios, el primero de estos carros serviría para allanar el camino del séquito del emperador mientras que el segundo sería el carro en el que el monarca dormiría. Los carros, a la mitad aproximada del tamaño real, tenían incrustaciones de plata y oro. Y, muy interesante, vimos un paraguas con un mecanismo remoto que lo abría, lo cerraba y lo cambiaba de posición para atajar de lluvia o sol a su dueño. ¡Así se las gastaban los chinos hace 2,200 años así que no hay por qué sorprenderse de lo que hacen hoy en día!

Recorrer este lugar fue una experiencia indescriptible… cómo me hubiera gustado que por arte de magia alguna de las figuras cobrara vida –en especial una estatua de un arquero hincado que verdaderamente tiene facciones tan realistas que no me hubiera sorprendido que me hablara. Y los caballos… ¡extraordinarios! Cada vez que voy al PF Chang’s a comer pienso… ¡yo he estado cerquita de los originales y son mucho más guapos que estas copias!

Saliendo del museo fuimos a una tienda donde admiramos réplicas autorizadas de estas increíbles figuras y, por supuesto, adquirimos unas pequeñas de un caballo y de mi arquero favorito como souvenirs.


Siguiente capítulo: ¡A Pandalandia!

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